El Juglar de la Red

Por Rafael Cano Franco.

El Presidente en picada

Todos los días, la empresa Consulta Mitofsky presenta un “tracking poll” de la popularidad-aprobación que guarda el presidente Andrés Manuel López Obrador, desde el 2018, cuando tomó protesta hasta principios de este 2023, los números habían sido positivos, con una aprobación que rebasaba los 70 puntos y una desaprobación que llegó a ser de hasta 30, lo cual indicaba una auténtica luna de miel entre el presidente y los mexicanos.

Al principio de su gobierno, las expectativas eran tan altas que más de la mitad de la población encuestada lo percibía como un personaje honesto, capaz de encabezar la gran trasformación nacional que había anunciado en su campaña electoral.

Sin embargo, al paso del tiempo, el encanto se rompió.

En lo que va del año, la popularidad de Andrés Manuel López Obrador viene a la baja y actualmente se sitúa en un 57 por ciento de aprobación contra un 43 por ciento que lo desaprueba.

La caída ha sido más evidente en los últimos dos meses donde, de acuerdo a ese ejercicio diario que realiza Consulta Mitofsky, la popularidad cayó en cuatro puntos porcentuales.

También cambió la percepción en torno a la honestidad; ahora un 60 por ciento de mexicanos consultados consideran que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es corrupto y eso le pega directamente en la línea de flotación; uno de los ejes discursivos más importantes del gobierno de la 4T es diferenciarse de los anteriores anteponiendo su acrisolada honestidad.

Al gobierno de López Obrador, empiezan a pasarle factura los escándalos de su gobierno y de los suyos: los sobres con dinero que recibieron sus hermanos, el desfalco en Segalmex; la vida de lujo y boato que se dan algunos de sus funcionarios más cercanos, como el caso del General Luis Crescencio Sandova; también resulta evidente que el intento de desarticular al INE es uno de los factores que minó la confianza en la 4T.

Mientras que el presidente, se desgañita gritando “no somos iguales”, las evidencias demuestran que el ropaje de honestidad y trasformación con el cual vistió a Morena poco a poco se cae a pedazos.

Las decisiones que toma, ya tampoco se festejan y la mayoría son severamente cuestionadas: la reforma a la Ley de Minería, enfrenta una fuerte oposición por la afectación que se predice si se aprueba; la nueva Ley Administrativa, también avizora juicios y demandas en el marco del T-MEC.

Los grupos empresariales, ya se sienten afectados y lastimados; hay sectores que están agraviados y no dudan en buscar la manera de cobrarse esas afrentas.

Pero el “hueso más duro de roer”, es un lobo disfrazado con piel de oveja: el Gobierno de Estados Unidos.

Hasta el momento, la administración de Joe Biden soba y pega. Un día se reúne con el gabinete de seguridad, llegan a acuerdos, los anuncios y después anuncian listas de personas que son objetivos a detener, por inundar de fentanilo las calles de las ciudades de Estados Unidos.

El gobierno de Estados Unidos, trabaja con pinzas al presidente López Obrador y con cierta regularidad le da “apretones” para obligarlo a entender que puede engañar a todo un país, pero a ellos no.

Debido a esto y otras circunstancias que se han venido sumando, la popularidad ha venido en caída libre, pero sin que exista una oposición que pueda capitalizar el “bajón”, no se aprecia una debacle en el proceso de heredar el poder.

Quienes piensan que está caída puede hacer que Morena y sus aliados pierdan la presidencia de la República, están muy equivocados; si acaso les puede alcanzar para ganar más escaños en el legislativo, pero para eso deben también aplicarse en su trabajo, porque “cachando” votos no es como lo van a lograr.

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