Siguen buscando el sueño americano y siguen muriendo

Por Eduardo Borunda.

Analista

El sueño americano, sigue atrayendo a millones de hombres y mujeres a la tierra prometida. Ellos, los migrantes, siguen muriendo, unos en el desierto, otros en las aguas del Río Grande como le llaman desde el otro lado de la frontera, unos más en las llamas de la imprudencia… El problema es que siguen muriendo, tratando de mejorar sus condiciones de vida que los gobiernos de sus países no han podido ofrecer.

Ciudad Juárez, se ha convertido en una nueva torre de Babel. Los gobiernos no han sabido responder a lo que ellos quieren y los migrantes no saben exactamente qué quieren las esferas de gobierno.

Es un problema de comunicación, de ofrecer alternativas a una problemática que va más allá de la dulce esperanza de comer un día y otro no.

Las calles se han vuelto un nido de paseantes con mochilas en mano, niños atados a los cuellos de sus padres, dramas comunes en donde la identidad de cada uno de los migrantes es determinante para definir su futuro.

Ciudad Juárez, ha sido tierra de migrantes, paso obligado hacia Estados Unidos, tierra de nobleza, de gente cálida, que sabe ayudar y por su larga tradición histórica, sabemos que los Indios Mansos del Paso del Norte, dejaron en la sangre de sus habitantes las puertas abiertas con las oleadas de migrantes paulatinas que han tenido primero del interior del Estado Grande, después de estados vecinos como Durango, Coahuila, más tarde de Zacatecas, Veracruz… hoy la migración hacia nuestra frontera es de tipo internacional: Guatemala, Venezuela, Nicaragua, Cuba, Haití son sólo algunas muestras de lo cosmopolita que es este territorio.

La identidad perdida de Ciudad Juárez, no está tan perdida. Acepta la migración de los que son nacidos en el país, toman con recelo la migración internacional, principalmente a los que vienen a Juárez.

Hay rechazo, hay que reconocerlo, por los “tonos” de exigencia que se han expresado, por individualidades que tratan de expresarse en generalidades. Hay comparaciones, que los cubanos son más trabajadores, que los otros son más aquello, y que los demás hacen esto otro.

Los rostros de la migración y la forma en que se ve desde la frontera también cambian, pues cuando la migración mexicana está en el otro lado, tiene otra forma. Los mexicanos en Estados Unidos, saben que van a trabajar, que nada será gratis y que seguramente la van a sufrir en las historias propias que han escuchado de otros cercanos a ellos. Van a buscar el sueño americano, pero también quizá encuentren la muerte.

La migración no es un crimen. También hemos escuchado voces que criminalizan a quienes desean cruzar hacia Estados Unidos y en su tránsito están en Juárez. No es delito, pero pareciera que la opinión pública y las denostaciones que se hacen a varios o miles de ellos sí lo sea. Hay discriminación por el color de su piel, por el acento de su voz, por sus culturas diferentes. La migración también provoca sentimientos de odio… pongámonos sus zapatos.

En conclusión, la migración internacional que está sacudiendo las esferas de gobierno y de la sociedad están presentes en nuestras comunidades, en los cruceros, en las calles de Ciudad Juárez.

La sociedad necesita reinventarse, no podemos seguir siendo simples observadores, no sabemos cuántos son los migrantes que tenemos en la ciudad y ello preocupa, ya que no podemos atender las necesidades más apremiantes, como la cuestión de seguridad pública.

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