Inmigrantes de Estados fallidos

Por Gilberto Miranda Chávez.

Analista

Hay muchas razones por las que la gente decide emigrar de su país de origen. Algunas de las principales motivaciones incluyen: buscar mejores oportunidades económicas, escapar de la violencia y la inseguridad, persecución política o religiosa, reunificación familiar y búsqueda de mejores condiciones de vida.

El libre mercado y la competencia, son fundamentales para el progreso humano, y la inmigración es un factor clave para la mejora económica de los países.

Los inmigrantes no solo aportan su propio capital y habilidades al mercado laboral, sino que también son consumidores que demandan bienes y servicios, lo que estimula la economía local.

Por otra parte, la libertad de movimiento es un derecho fundamental de los individuos, y las restricciones a la inmigración son una violación de la libertad individual y un obstáculo para la competencia en el mercado laboral.

Los trabajadores migrantes, tienen derecho a buscar empleo donde quieran, y las políticas migratorias restrictivas limitan su capacidad para hacerlo y fomentan la discriminación en el mercado laboral.

Todas las restricciones migratorias, son ilegítimas desde el punto de vista moral y económico. Sin embargo, la inmigración no debe ser financiada con recursos públicos, y los inmigrantes deben ser responsables de su propia manutención y de cualquier carga que puedan generar a los servicios públicos.

Sin embargo, hay que considerar dos aspectos fundamentales para entender a los migrantes: el origen y la cultura.

El origen se refiera a la patria, país donde alguien ha nacido o donde tuvo principio su familia, o de donde algo proviene.

La cultura se refiere al conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo.

En procesos de inmigración descontrolada, el origen y la cultura tienen una importancia considerable. En cuanto al origen, muchos migrantes provienen de Estados fallidos, con severos conflictos sociales, por lo que la violencia se convierte en una herramienta que permite escalar dentro de la pirámide social.

En los Estados fallidos, no hay un control efectivo sobre una parte o la totalidad del territorio y no hay capacidad de proporcionar servicios básicos a la población, como seguridad, justicia, salud, educación y otros servicios públicos esenciales.

De tal manera, que la violencia es utilizada con fines de progreso. Lo cual provoca un contraste entre la tierra de origen y la tierra de destino.

En cuanto a la cultura, son los migrantes quienes tienen que adaptarse al conjunto de modos de vida, usos y costumbres. No basta con que respeten las leyes del lugar de destino, porque si no se adaptan a los modos de vida, usos y costumbres, terminan imponiendo los suyos y ese choque cultural deriva en formas violentas de imposición, alterando la estructura social.

No todas las culturas son iguales, no todas las culturas son respetables. No hay que tenerle miedo a defender lo propio bajo el riesgo de que se le llame racista a quien no acepta la llegada de personas con otro origen y cultura. El que llega desde afuera es un invasor, el que defiende desde adentro es un resistente.

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