Salud privada: la solución competitiva

Gilberto Miranda Chávez.

Analista

Debido a los pésimos resultados obtenidos en los diversos servicios de salud pública en México, durante la emergencia sanitaria provocada por el SARS-Cov-2, es necesario con calidad de urgente, configurar un nuevo sistema de salud en donde la principal responsabilidad recaiga en el sector privado, lo que implica limitar el poder del sistema de salud pública que ahora, cuando más necesario es, falla.

De acuerdo con Mariano Sánchez Talanquer, del portal Nexos, con datos de la Secretaría de Salud al 13 de agosto, al atender a pacientes con Covid-19, el IMSS tiene un 44.6% de letalidad, Servicios Estatales tienen un 32.9%, ISSSTE tiene un 32.2%, SSA tiene un 31%, PEMEX tiene un 27.8%, SEMAR tiene un 19.3%, hospitales privados tienen un 15.7% y SEDENA tiene un 13.5%. Entonces, la emergencia sanitaria provocada por el SARS-Cov-2, no ha sido una catástrofe para todos, solo para los sectores sociales más vulnerables que dependen de los servicios gubernamentales.

Priorizar el sistema de salud pública, implica pensar que, como órgano rector, puede ser capaz de almacenar ingentes cantidades de información surgidas del complejo accionar de los ciudadanos con respecto a su estado de salud, para posteriormente procesar esa información, mediante pesadas burocracias, hasta darle un enfoque productivo que genere mejores servicios para los usuarios. Mientras que, en los servicios de salud privada, la ágil atención implica con mayor probabilidad la conservación de la salud del paciente, pero también la continua preferencia de los clientes.

En otra cuestión, al seleccionar los medios necesarios para alcanzar los fines deseados, surgen en el sector público los efectos de la corrupción, pero no entendiendo el término corromper únicamente como robar, que de hecho lo mejor sería que el dinero de la salud dejara de pasar por las manos del sector público, sino también hay que entender que la Real Academia Española define a corromper como echar a perder, dañar, deteriorar o pudrir algo. Es decir, que los medios que son los instrumentos y los equipos médicos, no se utilizan correctamente o no son los óptimos elegidos por la imposibilidad de encontrar lucro y retorno de la inversión en un sistema sin competencia. Mientras que, en el sector privado, toda inversión enfocada en mejorar los servicios de salud para el cliente, tiene su principal estímulo en el lucro genuino del médico.

No hay forma de que ofrecer tantos y tan diversos servicios de salud salga bien, a través de un mismo órgano público, eso es teórica y prácticamente imposible. Es teóricamente imposible debido a los problemas surgidos del manejo del volumen de información necesaria para coordinar las acciones de los usuarios con las acciones de la institución de salud, y es prácticamente imposible debido a la especificidad de los servicios derivada de la división del trabajo. Ninguna empresa privada ofrece tanto como puede, sino que ofrece solo aquello en lo que es mejor, derivando aquello que hace peor a otras empresas que lo hacen mejor y posteriormente colaborando entre empresas. Es decir, aunque un sistema de salud pública esté dividido en especialidades, la inmensa extensión del modelo de trabajo, tanto vertical como horizontal, induce a graves errores de coordinación y desaprovechamiento del equipo y del personal, que ya de por sí es siempre escaso.

Los trabajadores de la salud, así como los medios de trabajo, en un entorno competitivo, podrían relocalizarse en áreas o empresas de la salud, en las que su labor fuera mucho más productiva mejorando incluso los salarios y teniendo como incentivo mejorar sustancialmente su calidad de vida del oferente a través del mejoramiento de la calidad de vida del demandante. Por lo que podría haber un mayor estímulo a asumir el riesgo de emprender en el sector de la salud privada y competir por ofrecer mejores servicios a mejores precios, intentando obtener la preferencia de la gente. Inclusive quienes ofrezcan excelentes servicios privados, pero a altos precios, quedarían descartados por los usuarios, obligando a los médicos oferentes a tomar mejores decisiones empresariales, no solo mejores decisiones médicas.

El sistema de salud pública actualmente es tan inviable que ha puesto en riesgo la salud de sus trabajadores que, en muchos casos, han perdido la vida, pero no por una actitud voluntariosa sino por una bajísima tasa de inversión en el capital de trabajo, es decir en recursos para trabajar, dejando de lado el tema de la productividad para incurrir en sacrificios personales. Una mayor inversión o la optimización de los recursos del sector privado, generalmente, permiten mayores ingresos por el aumento de la productividad y, además, el cuidado de sus trabajadores como activos fundamentales de las empresas. Evidentemente, durante la transición de lo público a lo privado, es un necesario un sistema de salud pública, pero con mínimo poder, únicamente para proteger a determinados y específicos grupos vulnerables como niños y ancianos, y algún otro sector. Sin embargo, es teórica y prácticamente imposible la viabilidad de un sistema de salud pública tal y como hasta ahora ha estado constituido. A la vista están los hechos, sin mencionar los enormes problemas económicos derivados de decisiones médicas que ignoraron el funcionamiento del mercado, de donde los ciudadanos obtienen su sustento para sobrevivir. La solución competitiva en el sector de la salud, está en el sector privado.

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