La Negra Tomasa

Por: Oscar J. Amaya Ibarra.

Analista

Soy una máquina, que dediqué mi vida a apoyar en los grandes accidentes, que, durante mi vida útil ocurrieron en los ferrocarriles, soy una grúa mecánica que todavía en los primeros años del este siglo, trabajé impulsada por vapor. Nací a principios del siglo pasado, fui construida en el año de 1910, en algún lugar en el estado de Michigan en los Estados Unidos de Norteamérica.

Me vendieron a los ferrocarriles en México, y durante muchas décadas estuve asignada a una empresa ferroviaria conocida como: El Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico. A pesar de que a principios de los años sesentas del pasado siglo, la era del diésel, hizo su aparición en las locomotoras de los ferrocarriles; por ser una grúa fuerte como pocas, eficiente, eficaz y bastante fiel en las tareas que se me encomendaban, mis dueños me siguieron considerando útil en las próximas décadas, conservando mi condición de tracción y poder a base de vapor.

Durante varias décadas del siglo XX y unos once años del presente siglo, estuve en servicio apoyando en maniobras de salvamento en múltiples accidentes, que se sucedieron a través de las vías de los Ferrocarriles: Chihuahua al Pacifico, Ferrocarriles Nacionales de México y Ferrocarril Mexicano. Serví en los grandes accidentes, que ocurrieron en la escabrosa pero muy hermosa Sierra Tarahumara del estado de Chihuahua, donde los accesos solo se pueden dar a través del ferrocarril. Mi caldera producía, el suficiente vapor para que mi pluma fuerte y poderosa, pudiera levantar grandes pesos, para despejar las vías con toda oportunidad. El especial diseño de mi caldera y la pluma, me permitían poder entrar a hacer mi trabajo, aún dentro de los túneles. 

La Negra Tomasa

Fui bautizada con el nombre de “La Negra Tomasa”, debido a mi color oscuro, así me decían todas aquellos que me maniobraron y quienes, de alguna manera tenían participación en los accidentes, donde me tocó ser la protagonista. Durante mis años al servicio de los ferrocarriles, por mi pasaron varias generaciones de obreros: operadores, ayudantes y demás personal de apoyo. Todos me trataron muy bien y gracias a esas bondades y a los mantenimientos, que con toda regularidad me daban, pude subsistir por tantos años, durante los cuales supe ganarme el cariño y la admiración de los ferrocarrileros.

Allá por el año 2011, cuando me encontraba trabajando en el salvamento de un accidente ocurrido en plena Sierra Tarahumara, una maniobra peligrosa hizo que mi operador perdiera el control y caí a un barranco, de donde lastimosamente y como una paradoja del destino, fui auxiliada por otra compañera (grúa), sin embargo, mis condiciones físicas quedaron deplorables.

El cariño y el interés por mi trabajo, fue contundente para que las autoridades del Ferrocarril Mexicano, decidieran que todavía tenía derecho a continuar. Por esa razón me enviaron a un taller especializado, donde me instalaron: caldera y motor a base de diésel y me automatizaron totalmente. Cuando regresé a mi centro de trabajo, y se ordenó que me hicieran las pruebas de esfuerzo, tristemente me dieron la noticia de que mi fuerza estaba tan menguada, que, a pesar de haber sido rehabilitada totalmente, ya no podría continuar con esa labor, que después de más de un siglo había desarrollado con especial eficiencia y con una eficacia, que muy pocas en mi oficio habían logrado.

En ese momento tomaron la difícil y dolorosa decisión de darme de baja. Actualmente permanezco en los patios del Ferrocarril Mexicano en la ciudad de Chihuahua… abandonada… arrumbada y olvidada, cual, si fuera un cacharro sin valor, en espera, quizás, de que un día lleguen obreros armados con sopletes y me destruyan, para enviar mis restos a una fundidora.

En el mejor de los casos, se enteren de mi existencia las autoridades de Ferrocarriles Nacionales de México, “en liquidación” o del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (INDEP), y con algo de voluntad política, se ordene que me envíen al museo de los Ferrocarriles en la ciudad de Puebla, tal y como eran las intenciones desde el momento en que los ferrocarriles fueron privatizados.

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