Los números hablan

Eduardo Borunda.

Analista

“Los números hablan” es un título polémico, no sólo la suma de dos más dos son cuatro sino el significado de lo que nos están diciendo.

“Los números nos indican más de lo que podemos imaginar, que un “4” puede significar mucho (4 de 5), o puede significar poco (una reprobación de una escala de 1 al 10 en dónde 1 es reprobado y diez excelencia).

Si sumamos a esta reflexión el antecedente de que los gobiernos mienten o nos dicen verdades a medias, nos vemos obligados como científicos sociales a encontrar la verdad que se encuentra detrás de los números que se nos presenten.

“Los otros datos”, que no se han tocado con exactitud deben encontrarse entre actas, cómputos distritales, hojas de incidencias, actos preparatorios de la jornada de la consulta, las declaraciones y la difusión de información de funcionarios públicos, el activismo de proselitismo de quienes solicitaron la revocación de mandato (no fue un acto de ratificación como se ha manejado por las agrupaciones promoventes de la consulta).

Ante ello también hay que hurgar en las bases de datos que permitan determinar las líneas divisorias de las fronteras electorales.

El estado de Chihuahua, contempla nueve distritos electorales divididos en todo su territorio. En ellos las tasas de participación y la intención del voto se ha marcado diferenciadamente, al menos en los últimos cinco procesos electorales.

Podemos concluir que hay un pluralismo político en el estado de acuerdo con las regiones norte, sur y centro.

Lista Nominal Electores, Chihuahua

DistritoCabecera DistritalListado NominalPorcentaje Estatal
1Juárez332,07911.55%
2Juárez311,50010.84%
3Juárez296,37510.31%
4Juárez342,17911.90%
5Delicias335,08811.66%
6Chihuahua365,31612.71%
7Cuauhtémoc290,59010.11%
8Chihuahua347,86012.10%
9Parral253,4678.82%
Total2,874,454100.00%

Fuente: Elaboración propia con información del Instituto Nacional Electoral

https://computosrm2022.ine.mx/circunscripcion1/chihuahua/votos-distrito/grafica

Todos los procesos electorales son diferentes, las tasas de participación altas o bajas pueden provocar una victoria o una derrota para un partido que tiene un voto “duro” entre sus militantes.

Esta sinergia se observó durante décadas, cuando el PAN con altas tasas de votación obtenía triunfos electorales, mientras que con tasas bajas de participación perdía ante un PRI que mantenía un voto cautivo y duro que no variaba, pero le permitía seguir en el poder.

El hecho que aquí mencionamos, es si hubo una ratificación o una desilusión de un mecanismo de participación ciudadana, en el cual salió un porcentaje mínimo de ciudadanos a manifestarse en las urnas. No se puede calificar de una ratificación, pues no se solicitó por los ciudadanos, sino que desde el propio gobierno se incitó a una rebelión para autocomplacerse en los límites de un acto democrático y una ratificación autoritaria.

“El Estado soy yo”, puede ser la premisa central de quienes desde el poder quieren hacer una imposición violando la ley, manipulando órganos autónomos constitucionales, invadiendo con un suprapoder que, en tiempos del viejo régimen del PRI, se llegó a llamar las facultades metaconstitucionales del poder ejecutivo.

Si bien es cierto que, el régimen anterior perdió el poder en las urnas, los cambios se dieron con apego al derecho constitucional y con apego al estado de derecho.

Con la llegada de Ernesto Zedillo Ponce de León a la presidencia de la república en 1994, se presentó el debate en la opinión pública, solicitando una “sana distancia” entre el poder ejecutivo y el partido en el poder.

El partido hegemónico, quizá en ese momento presentó su carta de renuncia a mantenerse en el poder, pero hubo un consenso, era necesario separar al Estado mexicano del partido y se logrará la unión nacional que requería el país.

La historia vuelve a repetirse, el sentimiento de una nación dividida se mezcla con cada discurso de odio, como en la vieja escuela socialista-comunista de una lucha de clases, llevada desde el palacio de gobierno federal.

Es necesario que el gobierno, sea gobierno y cuando escuchemos la voz de los actores sepamos que son gobierno y no emisarios de un partido político que sólo busca el poder.

En conclusión, los números nos han hablado y dice más que los discursos vacíos y huecos, necesitamos la integración nacional, necesitamos gobiernos que den soluciones, necesitamos que haya un punto claro, donde se separe la línea divisoria del partido en el poder y del gobierno. No hacer lo anterior, nos puede llevar a un claro estado que viole las garantías individuales y se establezca un régimen autoritario.

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