La reapertura fronteriza
Por Ethan Tejón Herrera.
Analista
Finalmente, las fronteras terrestres que dividen los más de tres mil kilómetros que separan a México de los Estados Unidos han sido abiertas nuevamente.
Para sorpresa de muchos, al igual que para el autor de la presente columna; las filas enormes que vimos a primera hora del pasado 8 de noviembre se vieron reducidas a cruces pequeños de menos de una hora de duración.
Y no solo sucedió en la frontera juarense, sino también en diversos cruces fronterizos ubicados en el norte del país.
Sin duda que fue un hecho que dejó atónitos a miles, y no me cabe la menor duda de que también a los oficiales de migración de ambos países.
La respuesta a esta incógnita podría encontrarse en los malos tiempos económicos que circulan.
Ya que las fronteras permanecieron cerradas casi dos años, un hecho histórico que superó al cierre de fronteras causado tras los atentados de septiembre de 2001.
Y aquello propició que los cruces y la vida fronteriza se asfixiara, al igual que la contracción económica causada por la crisis sanitaria y la fuga de capitales extranjeros en el país, con la nueva Reforma Eléctrica al centro de los temores de los inversionistas.
Además, sumémosle la campaña nacional de consumo local, conocida popularmente como “Buen Fin”, que sin duda contribuyó desde 2011 a que la economía mexicana creciera y captara compradores mexicanos que solían hacer sus compras en el vecino país.
No obstante, pese a las ofertas navideñas y los descuentos y ofrecimientos de créditos y préstamos, los mexicanos nos encontramos cada vez más asfixiados por la inflación y la incertidumbre económica; por lo tanto, es entendible que nuestra mayor preocupación sea pagar las cuentas que en cruzar a nuestro vecino país y gastar nuestro efectivo.