Feministas Golpeando Mujeres
Por: José Eduardo Limón Camacho.
Analista
‘‘Sodoma y Gomorra no dispusieron de tan terribles recursos. Se revolcaban en el cieno, pero no pretendían que eso fuera una virtud, una ‘‘insurgencia’’, una ‘‘liberación’’ o un arte. Aquello era degeneración a secas. Lo que ocurre ahora es la politización de la degeneración para usarla como un arma. Un arma que daña por dentro a la juventud occidental’’. -Salvador Borrego-.
En días pasados pudimos ver de nueva cuenta cómo varias feministas salieron a las calles con motivo de la imposición absurda del día de acción global por el aborto legal y seguro, en el que paradójicamente imperó, al igual que en el aborto, la violencia. Con el rostro cubierto, martillos, palos, máscaras de humo y todo el estilo de la guerrilla arremetieron no solo contra las paredes y vidrios que, como dicen, se pueden reparar, sino también contra las agentes de la policía de la Ciudad de México que custodiaban el sano transcurso de la marcha y de las cuales hubo 43 heridas.
Feministas golpeando mujeres: Mujeres resistiendo la embestida de quienes se autoproclaman defensoras de la dignidad de la mujer. Así podríamos resumir el “día de los pañuelos verdes”.
Es importante destacar que según datos del IPAS, desde el año 2003 hasta el 2019 en México se habían registraron más de 3 millones 413 mil abortos denominados ‘legales’ en hospitales o clínicas del IMSS, ISSSTE, institutos nacionales y servicios locales. Así mismo, organizaciones de la sociedad civil, con base en datos del mismo Consejo Nacional de Población, calcularon que fuera de las clínicas oficiales la cifra oscilaba entre 750 mil y un millón de abortos anuales.
Lo que implica que en números reales en nuestro país se han realizado desde hace 16 años un aproximado de 15 millones de abortos, lo que por pura lógica nos dice que por causa del aborto se ha terminado con la vida de poco más de 7 millones de niñas en el vientre materno; ninguna causa de muerte violenta hacía la mujer en nuestro país tiene esta cifra.
Datos que el gobierno y las mismas feministas ocultan a la ciudadanía para continuar ofreciéndole a las mujeres mexicanas una falsa solución a sus problemas.
Lo que les ha resultado más conveniente para su movimiento es la politización de la pobreza, las agresiones sexuales, la discriminación hacia la mujer, la patanería y toda clase de violencia o ataque en su contra, quitándole la seriedad y el compromiso que exige la lucha por la dignidad de la mujer y que en definitiva ninguno de estos se soluciona con la implementación del aborto.
Los ataques continuos en contra de las mujeres son producto de la crisis moral que vivimos actualmente en el que la sexualización de la mujer es una constante y el silencio de las feministas para estos temas es absoluto, pues hablar de moral es rescatar en gran medida los principios y valores con los que la Iglesia Católica las ha protegido durante siglos.
Animo a todas las feministas a destruir, quemar y extinguir de la sociedad los centros nocturnos, moteles y demás instalaciones en donde se ofrece el cuerpo de la mujer como el platillo principal de la morbosidad del hombre. Las invito a exigir a Hollywood, Netflix y a YouTube que dejen de producir y publicar películas y videos pornográficos. Las insto a que dejemos de alimentar a nuestra sociedad con una cultura de la sexualización que no hace otra cosa que enfermar nuestra juventud.
La lucha por la dignidad de la Mujer no es como se expresa en el monólogo ideológico feminista porque con el aborto no se saca de la pobreza a nadie, no le quitas a nadie la ignominia de la agresión sexual y en definitiva no se promueve una cultura de máximo respeto del hombre y de la misma mujer hacia el Ser de Mujer. No resuelve nada porque lo único que desaparece con el aborto es la vida que la mujer lleva en su vientre. Sí se cree que destruir, quemar, vandalizar y golpear es la solución, entonces que sea en contra los promotores de la cultura del eros y de la causa misma de la denigrante sexualización de la mujer. La verdadera insurgencia está en enfrentarse a esa corriente que envilece a la Mujer.