27 de Septiembre de 2020

EL REY ESTÁ DESNUDO

Por José Eduardo Limón Camacho.

Analista

Érase una vez un reino lejano donde vivía un monarca bastante vanidoso, orgulloso, pretensioso y por demás narcisista que le pidió al mejor sastre del reino que le confeccionara el traje más hermoso jamás visto. Conociendo el sastre la debilidad del rey, aparentó trabajar en la costura de un precioso traje durante varios días. Cuando por fin llegó el día en que el rey debía estrenar su espectacular atuendo, el sastre fingió que ayudaba a vestir al rey y después lo presentó ante toda la corte diciendo: ‘‘¡miren el vestido más hermoso nunca antes visto!’’; Las personas de la corte no se atrevieron a señalar la evidente desnudez del monarca y en vez de eso lo llenaron de adulaciones, el rey encantado por el éxito de su vestido preparó un gran desfile y salió a las calles para que todo su pueblo le rindiera honores. Los pobladores lo veían pasar atónitos, no podían creer que el rey saliera desnudo a las calles pensando que vestía glamurosamente y fue hasta que un niño grito: ¡El Rey Está Desnudo! cuando todo el pueblo abandonó su cómodo silencio y rompió en una estrepitosa carcajada.

Para desgracia nuestra, el presidente de México no va desnudo por las calles, pues el escándalo impúdico que provocaría sería menor que la constante necedad de afirmar desde la cúpula del poder (las mañaneras) que vivimos en un país de ensueño en el que cada mañana suena en armoniosa melodía el canto de los pájaros y todos los ciudadanos salen a la ventana a decirse los buenos días.

La realidad es mucho más fuerte que cualquier adoctrinamiento matutino y por más que se trate de disminuirla o incluso negarla contra toda lógica, siempre la nitidez de la realidad nos recuerda a todos los mexicanos que vivimos en un contexto gravísimo de inseguridad y que lejos de ser combatida con estrategias firmes y propias de la magnitud del enemigo al que nos enfrentamos, se ha premiado con abrazos a los que con puñal en mano y por la espalda te quitan el patrimonio, tu dignidad y hasta la misma vida.

Este País de fantasía que únicamente vive en la cabeza del presidente y del cual se atrevió a decir en su segundo informe de gobierno que: “Ya no hay

torturas, desapariciones ni masacres; se respetan los derechos humanos y se castiga al culpable sea quien sea”, ha registrado un total de 45 masacres en la que han perdido la vida 320 personas; situación tan delicada que se agrava cuando el mismo Sistema Nacional de Seguridad Pública señaló que para final de año se tiene una proyección de 40,836 homicidios, una cifra altísima que no tiene precedentes en la historia de nuestro país; pero aun así, cada mañana Andrés Manuel se presenta a los medios para mostrar su desnudez y su incapacidad para gobernar a México.

Se ríe de las masacres sucedidas en 20 Estados del País y se obliga a creer que la mejor forma de combatir la delincuencia es saludando a la mamá del Chapo y liberando a sus hijitos, enfrentando a la Guardia Nacional con agricultores de Chihuahua, desplegando a toda la policía capitalina en las cercanías del zócalo para impedir el arribo de FRENAAA, no recibiendo a los LéBaron con sus exigencias de Justica, desprestigiando a los familiares de las víctimas de violencia que tanto han sufrido y no han sido debidamente atendidas, politizando las tragedias, descalificando a todos lo que no le rindan reverencia y coaccionando a su corte para que no señalen sus evidentes y constantes fracasos.

En una risa MALO exhibe la demencia con la que descaradamente se ha abandonado a todas las familias mexicanas y se burla del dolor de todas las Madres al ver partir a sus hijos por la mañana y por la noche llorar y gritar desesperadas: ¡Doctor sálvelo! Menosprecia la dignidad de cada mexicano y se atrinchera en su palacio para no escuchar los gritos que claman justicia, las personas se ven obligadas a diluir la esperanza, a encoger las expectativas y se sienten traicionados por quien durante tanto tiempo juró tener todas las respuestas.

12 años le costó llegar y ningún escenario logrará derrumbar el idilio romántico que tiene con la silla presidencial por más que le griten: ¡El Presidente está Desnudo!

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