La Sociedad del Miedo

Mtro. Gabriel Dueñas.

Analista

El miedo es síntoma de una situación social de incertidumbre. La clase mayoritaria ve peligrar su futuro y el individuo se siente arrojado a un mundo en el que ya no se siente resguardado ni representado.

Heinz Bude

La civilización cognitiva, anunciada como una era del conocimiento y de la revolución en las tecnologías de la información y la comunicación, se encuentra sitiada por la otra civilización, la civilización de la barbarie, en la que el hombre trabaja en su propia destrucción como especie inteligente. Una barbarie humana, que se gesta en la deshumanización de las relaciones sociales. El filósofo Frances Edgar Morin, lo expresa en estas palabras:

Nos creemos civilizados, pero la barbarie se está apoderando interiormente de nosotros con el egoísmo, la envidia, el resentimiento, el desprecio, la cólera y el odio. Nuestras vidas están degradadas y contaminadas por el nivel lamentable, y a menudo calamitoso, de las relaciones entre individuos, sexos, clases y pueblos.[1]

Por su parte el análisis de Heinz Bude, en su libro La Sociedad del Miedo, nos transporta al terreno de la conducta y las emociones básicas (primarias) del sujeto humano. Explorando como el miedo esta presente en prácticamente todas las actividades que realizamos en nuestra praxis social, pero destaca el planteamiento de una sociedad que vive en el miedo es una sociedad desencantada, desconfiada, sumida en la ansiedad cotidiana.

La conexión entre una sociedad de la barbarie y la sociedad del miedo, se va tejiendo en escenarios de crisis existencialistas, que devienen una perdida del sentido de la vida. Resulta entonces que, si el ciudadano asume el miedo de un futuro incierto, o como lo analiza Heinz Bude, cuando se hace eco de una sociedad marcada por una incertidumbre perturbadora, una rabia contenida y una amargura tácita, no solo en las relaciones íntimas y el mundo laboral, sino también en la relación con la esfera política y los servicios financieros. Se coloca al borde de la barbarie.

El miedo, como emoción es una reacción un tanto natural de los humanos, que se provoca, ante un peligro inminente real o imaginario. Son innumerables situaciones o acontecimientos que generan esa reacción de inseguridad o de sentirse amenazado.

El miedo en el imaginario social, aparece como debilidad de quien lo padece y “ser miedoso”, se interpreta como ser cobarde o inseguro. Así lo mismo nos asusta un grito o la obscuridad o cuando escuchamos historias o leyendas de terror.

Sin embargo, es importante que conectemos estas emociones provocadas por el miedo, como escudo protector ante cualquier peligro que nos amenace. Es decir, el miedo se convierte en una fortaleza tanto para nuestra salud mental como para nuestra sobrevivencia. De lo contrario ese miedo a nuestros miedos, se convierten en trastornos mentales, como las fobias. Es decir, nos perturba en nuestra salud mental.

Ahora en nuestro contexto, en el que la dinámica del vivir esta gobernada por el color de un semáforo, mientras las familias tienen que resguardarse con todos su miedos en sus casas, acatando las medidas de seguridad sanitaria, las crisis socio emocionales le estarán abonando a las posibilidades de que se muestre la cara de la civilización de la barbarie, como rabias de impotencia ante perdida de empleos, cierre de negocios o mínimo el impacto de restricciones que cancelarán la nueva normalidad.

El desafío colectivo es construir alternativas de solidaridad social desde los barrios, las colonias y demás territorios del hábitat humano. Desterrar el miedo que genera desconfianza, individualismos, egoísmos e instaurar la posibilidad de una cultura de humanización del hombre.

Finalmente, retomo esta reflexión de Heinz Bude, advirtiendo de esa otra sociedad que puede engendrar escenarios de barbarie.Los hombres libres no deben tener ningún miedo del miedo, porque eso puede costarles su autodeterminación. Quien es movido por el miedo evita lo desagradable, reniega de lo real y se pierde lo posible. El miedo vuelve a los hombres dependientes de seductores, de mentores y de jugadores. El miedo conduce a la tiranía de la mayoría, porque todos se suman por oportunismo a lo que hacen los demás. El miedo posibilita jugar con las masas que callan, porque nadie se atreve a alzar la voz, y puede acarrear una aterrorizada confusión de la sociedad entera una vez que salta la chispa.


[1] Morín Edgar. (2011). La vía. Padidos. Barcelona España.

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