El Juglar de la Red
Por Rafael Cano Franco.
Las malas decisiones cuestan
Una de las expresiones que más gusta pronunciar el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, es que los recursos públicos se están invirtiendo en la gente y con eso se genera en nuevo estado de bienestar en la población; eso no es del todo cierto, de hecho hay pésimas decisiones que han resultado muy onerosas para México.
Cuando un gobierno se obsesiona con sacar adelante sus proyectos, suele suceder que se afectan otros rubros.
Los gobiernos de México no disponen de recursos ilimitados, por eso cuando se dispone de un dinero para financiar alguna determinación emanada del Presidente, la afectación se deja sentir en otros rubros: salud, educación, seguridad pública, democracia o infraestructura pública generalizada.
En el caso del gobierno actual, existe una inclinación notoria por las obras de relumbrón y por financiar entes públicos que son un auténtico “barril sin fondo”.
Veamos los ejemplos más claros.
Las paraestatales PEMEX y CFE, son improductivas y por más recursos que se le inyectan siguen generando pérdidas. En el 2021, Pemex superó los 224 mil 163 millones de pesos; la CFE, apenas en el 2022 reportó pérdidas por 95 mil millones de pesos, es decir, las dos principales paraestatales de México superan los 320 mil millones de pesos en pérdidas.
Con esos déficits, no existen argumentos que permitan establecer son entidades productivas. Pero hay que establecer que apenas el 2018, Pemex había reportado, por primera vez en poco más de una década un superávit de 2 mil millones de pesos.
A CFE y Pemex, se le han inyectado recursos de manera constante, incluso recientemente se anunció que los déficits de esa empresa sería absorbida por la Secretaría de Hacienda, eso representa que seremos todos los mexicanos los que debamos “pagar los platos rotos”; los malos manejos financieros, las malas decisiones y las pésimas inversiones ahora caerán sobre la espalda de los contribuyentes.
La cancelación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, tiene un costo de 331 mil 966 millones de pesos y a eso deben sumarse los 104 mil 531 millones de pesos que costó el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles; más de 445 mil millones de pesos en ambas decisiones.
Sin embargo, el problema de saturación del aeropuerto Benito Juárez en la Ciudad de México no se resolvió; la conectividad y seguridad en la aviación mexicano se comprometió; la decisión de cancelar el NAICM, fue mala y las consecuencias las seguimos viendo.
El AIFA opera con pérdidas y es un monumental elefante blanco que las empresas de la aviación comercial se niegan a utilizar por carecer de infraestructura para atender pasaje y carga comercial.
Construir la refinería de “Dos Bocas”, se proyectó con un costo de 8 mil millones de dólares (160 mil millones de pesos); las estimaciones actuales y los informes de la Secretaría de Hacienda, indican se han erogado más de 320 mil millones, es decir su costo se incrementó en un cien por ciento.
Pero “Dos Bocas” todavía sigue costando dinero, lo más grave es que vamos a contracorriente. El mundo está dándole la espalda a las energías fósiles y se vuelca por las energías renovables, pero en este rubro fue necesario que Estados Unidos y Canadá, vinieran a decirle a México lo que debe hacer, para apenas empezar a pensar en la generación de energías limpias, sea con el sol o con recursos naturales como el litio.
El Tren Maya, al momento registra una inversión de 300 mil millones de pesos, una obra que no va a terminarse en este sexenio y que va a generar un alto impacto en la riqueza natural de la selva yucateca y en el patrimonio cultural que existe en esa región.
Todo ese dinero invertido en esas magnas obras o paraestatales, implicó quitarle recursos a la salud, se reflejó en la falta de medicamentos, en la quita a los recursos que usaban los municipios para la seguridad pública, en un deterioro en la infraestructura urbana, en la pérdida de confianza internacional. Y ni siquiera estamos hablando de toda la corrupción existente en esas obras, simplemente señalamos su inoperancia.