El Estadio Jalisco fue testigo de una noche cargada de emociones, donde el Atlas logró una victoria por 3-2 frente a Puebla en un partido lleno de tensión, goles y jugadas que dejaron sin aliento a los aficionados. La historia se escribió en los últimos minutos, con un gol de último momento que coronó un partido lleno de sobresaltos.
Desde el inicio, el conjunto rojinegro mostró su dominio, presionando a Puebla en la zona defensiva y generando oportunidades claras. Sin embargo, Puebla, con su orden táctico y contragolpes rápidos, no tardó en sorprender. A los 33 minutos, Efraín Orona aprovechó un preciso centro de Raúl Castillo y con un remate de cabeza adelantó a los visitantes 1-0.
El Atlas, sin embargo, no tardó en reaccionar. A pesar de algunos intentos fallidos y jugadas imprecisas, se logró igualar el marcador antes del final de la primera parte. Uros Djurdjevic, con temple y determinación, convirtió un penalti sobre el minuto 44, dejando el 1-1 en el marcador y poniendo más emoción al juego.
La segunda mitad arrancó con el mismo ritmo vertiginoso y con ambos equipos buscando la victoria. Puebla se adelantó nuevamente en el minuto 50 con un gol de Ricardo Marín, quien no perdonó una gran asistencia de Raúl Castillo. Pero la reacción de Atlas no se hizo esperar.
A pesar de la presión y algunas llegadas al área rival, no fue hasta el minuto 90+3 cuando la red se movió nuevamente. Diego González marcó el empate para Atlas con un potente remate desde el centro del área. La igualdad reinaba y el drama estaba por desatarse.
El partido, ya con la tensión a su punto máximo, se jugaba en el tiempo añadido. Y, como un golpe de suerte para los rojinegros, Uros Djurdjevic, el héroe de la noche, apareció de nuevo en el minuto 90+9 para marcar el gol que significaba la victoria, tras un remate certero con la pierna derecha desde dentro del área.
El Estadio Jalisco estalló en júbilo, y Atlas selló una victoria que estuvo al borde de la tragedia pero terminó siendo una gloriosa remontada. Los jugadores, exhaustos pero felices, agradecieron el apoyo de la hinchada, mientras Puebla se lamentaba por el gol en el último suspiro del partido.
Esta victoria deja al Atlas con una gran sonrisa, pero también con la certeza de que, en el fútbol, nunca se puede dar por perdido un partido hasta el último segundo. El conjunto rojinegro sigue demostrando que su fuerza no solo está en su juego, sino también en su corazón indomable.