El Juglar de la Red

Por Rafael Cano Franco.

El fracaso en seguridad pública

Cuando Alfonso Durazo, era secretario de Seguridad Pública y buscaba la gubernatura de Sonora, una de las presunciones con la cual gustaba alardear de sus resultados, era que ninguna banda del crimen organizado controlaba territorio alguno en México. Era una falsedad, pero a Durazo Montaño, le gustaba creer que era verdad y por eso la repetía incesantemente.

La realidad constantemente deja testimonio de que nunca como ahora, el crimen organizado asentó sus reales en territorios muy particulares de México y existe una guerra pública por controlar otros.

En Sonora, donde ahora Alfonso Durazo hace campaña y pide el voto porque quiere ser gobernador por Morena, esas bandas que él presumía ya no tenían control no dejan de mostrar su fuerza en Cajeme, Guaymas-Empalme, en Caborca, en la región de Magdalena de Kino.

Pero igual sucede en regiones de Chihuahua, Tamaulipas, Jalisco, Guanajuato; el estado mexicano simplemente fracasó en su intentona de pacificar México, de hecho, no lo intentaron y es que mientras Alfonso Durazo, estuvo a cargo de la seguridad pública su verdadera preocupación fue la candidatura de Sonora.

Distraído como estaba en atender sus intereses privados, tomó decisiones erróneas que ahora son costosas para los ciudadanos.

Su estrategia de militarizar las corporaciones municipales, como lo intentó con cinco ayuntamientos que gobierna Morena en Sonora: Hermosillo, Guaymas, Empalme, Cajeme y Navojoa, fue un completo fracaso, al grado que la violencia no solamente aumentó, también se diseminó a otras regiones de la entidad.

Pero igual pasó en Guanajuato, donde la desaparición del Cartel Santa Rosa de Lima no significó absolutamente nada, por el contrario, se le otorgó el control a otro grupo del crimen organizado.

En Jalisco se vive una situación similar, con regiones controladas por la gente del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), quienes son el verdadero poder que determina absolutamente la vida de muchas comunidades.

El gobierno de López Obrador, con Alfonso Durazo como su operador, dijo que para combatir al crimen organizado era necesario crear un nuevo cuerpo policiaco y de ahí surgió la Guardia Nacional, pero lo que nos ofrecieron no se parece en nada a lo que tenemos.

La Guardia Nacional, no solamente es un cuerpo militarizado, tanto por los mandos como por la integración de su fuerza de tarea, es también totalmente inoperante y lo peor es que ni siquiera cumple con los requisitos básicos de certificación.

Una de las herramientas, para establecer la calidad de los elementos que forman parte de los cuerpos policiacos, en los tres órdenes de gobierno, es la certificación de los policías, eso implica ser sometidos a una serie de exámenes y tras pasarlos se les considera “certificados”.

Mientras que los estados y los municipios, tienen certificados más del 60 por ciento de sus policías (67 por ciento los estados y 63 por ciento las corporaciones municipales), la Guardia Nacional apenas certificó al 9.9 por ciento de sus elementos.

Vaya, ni siquiera Alfonso Durazo logró la certificación.

Con esa policía federal impreparada, improvisada, mal estructurada y llena de militares, no resulta difícil para los cárteles de la droga controlar territorios, cometer asesinatos y convertirse en la verdadera autoridad de muchas regiones de México, al final de cuentas se desmanteló una corporación que funcionaba a medias y se formó otra que no funciona nada.

Tan mal preparados están estos elementos de la Guardia Nacional, que en su expediente ya cargan con el asesinato artero de una ciudadana de Chihuahua, que protestaba porque les estaban quitando el agua; también está el asesinato de un funcionario de la Fiscalía General de justicia de Sonora al que “confundieron”.

Estos casos solamente, demuestran la falta de preparación y nos da indicativos que con esta Guardia Nacional –joya que presume como creador Alfonso Durazo—la batalla contra los cárteles está perdida.

El estado de violencia en la cual está sumergido México, simplemente no tiene parangón en la historia reciente; en menos de tres años los asesinatos violentos ya suman más de 70 mil, muchos más de los que se contabilizaron en el sexenio de Peña Nieto y también de los acaecidos en el gobierno de Felipe Calderón, cuando se inició una batalla frontal contra el crimen organizado.

Hoy vivimos la peor etapa de la inseguridad pública y sin el mayor recato todavía dicen que lo hicieron bien.

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