¿Volverán los trenes de pasajeros?

La privatización de los ferrocarriles nos privó de ese excelente servicio

Por: Oscar J. Amaya Ibarra.

Analista

ANTECEDENTES DE LA PRIVATIZACIÓN

Los ferrocarriles en México, propiedad de la nación desde el gobierno de Lázaro Cárdenas, Eran cinco empresas: Ferrocarriles Nacionales de México con la mayor extensión, Ferrocarril de Pacifico, Ferrocarril del Sureste, Ferrocarril de Chihuahua al Pacifico y Ferrocarril Sonora Baja California. Cada empresa tenía su propia administración y por lo mismo había un mejor control y sus resultados eran más o menos buenos. A partir de 1987, el gobierno decidió fusionarlos en una sola empresa, pasando todos a ser parte de Ferrocarriles Nacionales de México. Bajo la administración de Ferronales, las cosas comenzaron a cambiar radicalmente, se centralizó la administración y todas las grandes decisiones se tomaban en la ciudad de México.

La gran carga administrativa, los cambios en las administraciones y un gran dispendio en el costo de operación y de inversión, amén de robos de materiales, diésel Etc. Trajeron como consecuencia que, al inicio de la administración de Ernesto Zedillo, se considerara seriamente privatizar a los ferrocarriles. Se decía, que el  subsidio del gobierno era de varias veces los ingreso que obtenía la paraestatal, sin contar que el gasto de mantenimiento y las inversiones para rehabilitar la infraestructura y el equipo, comenzó a bajar considerablemente y como consecuencia: las condiciones de ferrocarriles en ese tiempo, eran  deplorables y para rehabilitarla,  se requería de una gran inversión (se hablaba de unos 10 mil millones de dólares) que el gobierno no tenía y por lo mismo le resultaba imposible seguirlos sosteniendo. Es por eso que a partir de 1995 se inicia de lleno con el proceso que culminaría con la privatización de los ferrocarriles, en el año de 1999.

CONSECUENCIAS DE LA PRIVATIZACIÓN

La privatización de los ferrocarriles, aparentemente le quitó al gobierno una carga financiera que lo estaba ahogando, pero les heredó a los gobiernos posteriores unos compromisos muy fuertes, como es el caso de las miles de demandas laborales y otros asuntos tan importantes que hasta la fecha le han impedido concluir con el proceso de liquidación de Ferronales. Pero desde luego que la privatización también dejó grandes pendientes al País. Quizás porque no lo consideraron desde las bases de la licitación o quizás porque los concesionarios simplemente no han cumplido y el gobierno se hace de la vista gorda. Pero, lo que es un hecho, es que las concesiones dejaron al País fuera de las ventajas que tenía: de contar con unos ferrocarriles que llegaban a toda la república, prestando el servicio de carga y pasaje al público en general.

En primer lugar: A partir de que se concluyó con la entrega de los ferrocarriles a las empresas concesionarias, porque así se acordó con ellas, desparecieron los trenes que prestaban el servicio de pasajeros y solo dejaron el servicio que hoy conocemos como “el chepe” que corre de Chihuahua a Los Mochis. Dejando prácticamente a todo México, sin ese servicio que por casi un siglo fue, no solo un medio de transporte económico, confortable, noble y que hoy recordamos con mucha nostalgia.  Fue también un medio que llevaba alegría a las poblaciones por donde pasaba, que creaba fuentes de trabajo para ferrocarrileros, pero también para mucha gente que indirectamente vivía de ese servicio. Les hacía llegar a las poblaciones más apartadas de la geografía nacional, un servicio de paquetería y carga en pequeña escala, que conocimos como el “express”, que manejaba un coche especial para el servicio de correos. En fin, era un servicio que mantenía comunicadas a las pequeñas y grandes poblaciones que a pesar de los avances tecnológicos, todavía quedan muchas que están apartadas o fuera del beneficio de las modernas carreteras.

En segundo lugar: Las empresas concesionarias del sistema ferroviario mexicano, que, por obvias razones, solo manejan el servicio de carga, porque en un ferrocarril, ese es precisamente el negocio. Se han dedicado a manejar solo carga a grandes industrias del país y a la carga de exportación e importación: para ello han establecido alianzas y fusiones con otros ferrocarriles, sobre todo de los Estados Unidos de Norteamérica, para asegurar mejores condiciones de sus servicios en rutas de alto flujo de carga. Pero, se olvidaron del servicio que se prestaba a las comunidades o público en general, de todo el País.

PLANES DEL GOBIERNO

En junio del presente año, se publicó en El Universal, un proyecto que el gobierno federal tiene en la mira, llamado “Gran Visión Sistema Ferroviario Mexicano”, el que se refiere a la transformación del sistema ferroviario nacional, con el cual, el gobierno busca recuperar el control y fijar un plan rector a 50 años, que ofrezca beneficios a todos los sectores del País. En este proyecto, están trabajando conjuntamente: La Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario (ARTF) y la Dirección General de Estudios, Estadística y Registro Ferroviario Mexicano, de la Secretaria de Comunicaciones y Transportes. El objetivo principal del gobierno federal, es iniciar una transformación del sector, pues la falta de competitividad regional afecta a las industrias y a los ciudadanos. Existe una demanda importante no atendida del transporte ferroviario en carga y pasaje que se pretende cubrir en el mediano plazo, estableciendo nuevas reglas del juego. Este proyecto incluye echar a andar 3,525 kilómetros de vía en desuso, porque: o no fueron concesionadas o bien, los concesionarios las abandonaron porque no tienen negocio y si representan una fuerte inversión.

CONCLUSIÓN

La transformación que pretende el gobierno federal, vendría, sin ninguna duda, a cumplir un anhelo que los mexicanos tenemos de que vuelvan los trenes de pasajeros, pero también de que las estaciones intermedias puedan contar con el servicio de carga. Es un proyecto que implica una gran inversión, que se antoja un tanto difícil por las condiciones económicas en que se encuentra el país en estos momentos, considerando, además, que ya están en marcha obras como el Tren Maya y la rehabilitación de la línea del ferrocarril del Istmo de Tehuantepec.  Sin embargo, vamos a ser muy optimistas y a hacer votos para que el proyecto se logre, de manera que, en un futuro cercano, podamos volver a disfrutar del servicio de los trenes de pasajeros, pero también, que el movimiento de carga se generalice en todo el país y beneficie: a los pequeños productores agrícolas, a las pequeñas empresas mineras y, a los comerciantes de zonas donde todavía es difícil el acceso por carretera.

Actualmente existen 3525 kilómetros de vías en desuso porque, o no fueron concesionadas o los concesionarios las abandonaron porque no eran negocio y representaban mucha inversión. Es claro que el gobierno de Ernesto Zedillo, o no estableció en la concesión la obligación para que los concesionarios siguieran prestando el servicio de carga de la misma forma como lo hacían los ferrocarriles cuando eran del gobierno, o bien, los gobiernos sucesivos se han hecho de la vista gorda y no han controlado el fiel cumplimiento del contrato de la concesión.

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