Una mirada a la educación en línea
Por Gilberto Miranda Chávez.
Analista Político, Catedrático de Asignatura
e Innovación de Negocios y Mercadotecnia
Desde que se declaró el estado de emergencia sanitaria por parte de las autoridades del Gobierno Federal, una de las áreas que mayor debate ha generado ha sido el sector educativo, evidentemente poniendo en primer lugar a la salud y en segundo lugar a la economía. La educación, en tercer lugar, es un área de las más importantes por diversas funciones que realiza y que ayuda a coordinar la vida en sociedad tanto en el presente como en el futuro.
Desde el punto de vista meramente académico, los niños, los jóvenes e incluso los adultos, reciben los conocimientos básicos y universales que les permiten comprender mejor el funcionamiento de los diversos sectores laborales. Pero desde el punto de vista social, el sector educativo ayuda en la coordinación de las actividades humanas, brindándoles resguardo a muchos niños que son educados y cuidados mientras sus padres trabajan o realizan actividades que les permiten obtener las ganancias requeridas para cubrir con sus necesidades básicas.
Incluso desde el punto de vista de la salud y la economía, el sector educativo tiene importantes aportaciones pues en temas de salud, muchos estudiantes de diversos niveles reciben atención física y mental en los planteles educativos y en temas económicos, alrededor de las escuelas se generan puestos de trabajo en el comercio informal, a través de la venta de comida y bebida, que termina beneficiando no solo a los vendedores sino también a los consumidores insatisfechos de los productos y servicios ofrecidos dentro de las cafeterías escolares.
Dicho esto, es necesario apostar por nuevos modelos educativos… pero no hoy, este no es el momento. Y contrario a lo que se puede pensar que es hoy cuando se debe apostar a la educación digital, estoy completamente seguro de que esto es un error. En este momento, la educación digital a nivel mundial está teniendo gran éxito. Sin embargo, Latinoamérica es una región pobre y México es un país pobre, pero lo peor es que cada vez se está empobreciendo más. La educación en línea, en el país, no es viable ni sostenible a corto plazo pues requiere de herramientas como celulares de alta gama, tablets, computadoras e infraestructura para mejorar la conectividad a internet.
En la medida en que la emergencia sanitaria se prolonga, también se prolonga la curva de aprendizaje de los alumnos. Es decir, los alumnos que no tiene fácil acceso a la educación en línea, ralentizan su aprendizaje. Además, la educación presencial, que les brinda a los alumnos un conocimiento teórico y articulado, también tiene la ventaja de brindarles a los alumnos un conocimiento práctico y no articulado que proviene de la convivencia y el contacto entre los alumnos quienes exponen in situ y ex nihilo, es decir en el momento y de la nada, ideas relevantes que terminan en acciones concretas.
Hay que implementar diferentes modelos educativos, no sé si mejores o peores pues la información para saber si los nuevos modelos educativos funcionan o no funcionan aparece en la medida en que se pasa del plan a la acción. En el actual caso de la educación en línea, hay muchos estudiantes de diversos niveles que tienen complicaciones para adquirir el aprendizaje a través de internet y se les dificulta también realizar actividades ante la falta de las herramientas tecnológicas necesarias. Quizá habría que pensar en un modelo presencial con grupos reducidos a 10 o 15 estudiantes, con menos horas por cada materia para poder atender a más grupos, y turnar los grupos entre lunes, miércoles y viernes unos, y martes, jueves y sábados otros; incluso abrir tres turnos al reducir las horas, evitando un contacto masivo, solo con grupos reducidos para que exista un mayor control en caso de haber algún contagio en un determinado grupo. Habría que estructurarlo bien, porque actualmente, en línea, se limita el aprendizaje de los estudiantes en países como México y los estudiantes incluso se ven obligados a adquirir herramientas tecnológicas o a realizar gastos que, en este momento, son incluso más difíciles de solventar que antes.