Una enfermedad del espíritu

Por Gilberto Miranda Chávez.

Analista

“No codiciarás los bienes ajenos”, dice el décimo mandamiento, uno de los diez principios que dan sentido al cristianismo. O, dicho de otra manera, de forma sencilla: no envidiarás. Y es que la envidia es, en esencia, el fundamento de tantos males, y uno de ellos es el robo. La envidia es un pecado, la envidia tiene consecuencias inimaginables. Cuentan las Sagradas Escrituras que Caín mató a Abel a causa de la envidia, en el Génesis 4:3-8:

“Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.

Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. Y dijo Caín a su hermano Abel: salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató”.

Conviene resaltar que, últimamente, se argumenta en el debate popular con la envidia como uno de los principales elementos escondidos que desatan las discusiones de todo tipo: en lo económico, en lo educativo, en lo social. No hay nada que, en el fondo, se escape a la envidia de aquellos que, por no querer, no pudieron o de aquellos que, por no poder, no lo intentaron.

Cuando se critica a una persona que estudió, se critica al esfuerzo, se critica a la disciplina, se critica a la paciencia, se critica a la voluntad.

Todo por envidia. Cuando se critica a una persona que alcanzó el éxito empresarial, se critica al arrojo, se critica a la valentía, se critica a la perspicacia, se critica a la osadía. Todo por envidia. Y yo pensaba que cuando se criticaba todo esto, se criticaba por ignorancia, pero, en el fondo, se critica por envidia.

México no es un buen país para ser un ídolo, pero es que somos tan burros que tampoco a esos ídolos sabemos elegirlos, elegimos lo peor, mayormente. No se puede seguir envidiando al que puede, al que quiere, al que sabe, al que hace.

En el fondo, la envidia, es el problema que desencadena la falta de respeto por la vida, la libertad y la propiedad. La envidia que existe en este momento, en el país, no es un problema político, es una enfermedad del espíritu.

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