Después de una muy buena rechifla en pleno estadio de beisbol, el presidente López Obrador debió salir al quite y evitar seguir siendo cuestionado por su desatino de llamar “porra fifí” a ciudadanos que suponemos están inconformes con las recientes acciones de su gobierno.

En un posible intento por distraer la agenda pública de tan desafortunado evento, Andrés Manuel hizo una revelación: el pasado 1ro de marzo envío cartas al Papa Francisco y al Rey Felipe VI solicitando realizar “un relato de agravios y que se pida perdón a los pueblos originarios” .

Por supuesto las críticas no se hicieron esperar, sobretodo en las redes sociales, en las cuales vimos infinidad de memes aludiendo momentos similares como la disculpa que le debe “el América al Cruz Azul por robarle sus sueños” y así entre otros. Ante la insólita situación cabe preguntarnos ¿cómo podemos valorar con rigor la exigencia oficial de perdón?

México no ha sido el primer país en exigir a otro disculpas por hechos del pasado, tampoco será el último. Sin embargo, hay algo que no acaba de cuadrar en las verdaderas motivaciones del presidente para exigirle disculpas al Vaticano y a España en nombre de los pueblos originarios.

El mismo presidente ha señalado que también su gobierno pedirá disculpas a nombre del Estado Mexicano, por el cúmulo de agravios contra los pueblos Yaquis y Mayas durante el porfiriato y el periodo post-revolucionario.

Hasta aquí todo suena bien, sin embargo, no son solo disculpas lo que merecen estos pueblos originarios. No, los pueblos yaquis requieren con urgencia que el Estado les respete sus derechos de propiedad de la tierra y que se detenga el despojo de sus recursos hídricos. La comunidad “yoeme” lucha hasta hoy en día por el respeto a sus costumbres y tradiciones, eso al Andrés Manuel parece no importarle mucho.

En el otro lado del país, los mayas deberán soportar una afrenta más: la construcción del mal llamado “tren maya”, un mega-proyecto de este gobierno, que vulnera los derechos de autodeterminación de los pueblos, el respeto al medio ambiente y el derecho humano al agua. Todo justificado bajo una supuesta consulta a la cual ellos no fueron considerados.

Para Marichuy, vocera del Congreso Nacional Indigenista (CNI), la exigencia de disculpas a España es un engaño, en palabras de la también excandidata presidencial “lo que deben hacer es dejar de despojar de su tierra a las comunidades” (Proceso, 2019).

Es innegable el abuso que se ha cometido y que sigue ocurriendo en contra de los pueblos originarios, nadie más que ellos merecen no solo disculpas sino la reivindicación de sus derechos. Quizá por eso son lamentables las posturas de la iglesia católica, del gobierno español y por supuesto del propio presidente:

1.- La Conferencia del episcopado mexicano respondió que “ya se han ofrecido disculpas por parte de Juan Pablo II, de Benedicto XVI y del Papa Francisco” (Proceso, 2019) por lo tanto no estiman necesario hacerlo otra vez para nutrir las ambiciones políticas de AMLO.

2.- El gobierno español rechazó “con toda firmeza” el contenido de esa carta y lamentó el hecho de que “se haya hecho pública” (BBC, 2019), pero de los indígenas nada, ni siquiera la mención.

3.- López Obrador utilizó políticamente los agravios a los pueblos originarios, aunque ahora exige disculpas en su nombre, lo cierto es que en diciembre pasado, le disminuyó su presupuesto al Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) en más de 1 mil 88 millones pesos (La Jornada, 2018).

Pero entonces ¿qué ocurre en el juego político que intenta imponer AMLO? En palabras del extinto Jesús Reyes Heroles “en política el fondo es forma”.

El tabasqueño habla más como un político que como un jefe del ejecutivo. Es claro que para el mandatario es necesario mantener su protagonismo político rumbo al 2021, año en el que buscará no solo su refrendo en la presidencia, sino el reforzamiento de su plataforma política a sabiendas de que el origen de su éxito actual se debe a él y no al trabajo de su partido político.

López Obrador es la punta de lanza de MORENA, por lo tanto está en campaña permanente, consciente de que de no hacerlo perderá la mayoría en las dos cámaras y su partido no figurará en las elecciones a gobernador que se realizarán en 13 estados para ese mismo año.
Ofrecer disculpas es un acto reivindicatorio sí, pero no pasa del gesto político. Gobernar para el bien de todos, anteponiendo el interés de los más débiles por encima de proyectos y ambiciones políticas es el verdadero desafío.

La labor del presidente no radica en exigir disculpas a otros países, sino en saber ofrecerlas cuando se ha ofendido a su propio pueblo. En la acción de gobierno no se puede esperar solo aplausos, menos aún cuando se han tomado decisiones que afectan a la población en condiciones vulnerables.

Llamar “fifí” a quienes no piensan igual que él y utilizar políticamente el dolor de los indígenas, es polarizar y menospreciar al pueblo al que dice defender y eso sin duda alguna se pagará en las urnas.

 

Carlos Iván González Ibarra.
Periodista e Historiador

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