A decir verdad

Un desastre de 20 metros de ancho por 232 kilómetros de largo

Por Rubén Iñiguez.

Diversos espacios de internautas, blogueros, activistas ecológicos o comunitarios, no cesan de denunciar lo que los grandes medios no informan: La destrucción que causa la temida medida de la construcción de la primera etapa del Tren Maya, que va de Palenque-Escárcega-Campeche. Ahora también se ha sumado a las denuncias, el periodista Carlos Loret de Mola, quien ha exhibido una presunta corrupción en los terrenos adjuntos al citado Tren Maya en que la parentela de López Obrador, será la gran beneficiaria.

Entre los “argumentos” para cancelar el NAIM de Texcoco, el presidente dijo que los de la mafia del poder, los neoliberales se habían asegurado de una gran parte de los terrenos adyacentes, por lo que tomó la errónea decisión de cancelar la obra, una determinación que privó al país de un gasto realizado superior a mil millones de pesos, más las indemnizaciones que se tuvieron que pagar por cancelar la obra, otra cifra semejante, simplemente por un capricho.

Ahora, la corrupción se vuelve a asomar, pero son parientes directos, que llevan sus apellidos, para ser justos debería cancelar el Tren Maya, ya que la familia real, Felipa y otros del clan, serán en lo futuro, usufructuarios de enormes desarrollos, logrados por medio del poder para adquirir terrenos en la selva, adyacentes al Tren Maya, 32 hectáreas, multiplicadas por 10 metros cuadrados cada uno, ahí caben desarrollos fabulosos. Negociazo, dijo en su momento de los terrenos anexos a Texcoco, ahora, va a lo mismo. La verdad será inevitable, por ello urge no perder las elecciones, para asegurar la impunidad, como en el pasado.

Apenas se canceló a Felipa, su prima hermana la contratación con Pemex por 365 millones, cuando sale a la luz, sin abundar en sus negocios con el ISSSTE o IMSS, que el Ayuntamiento de Palenque, Chiapas, autorizó el cambio de uso del suelo, para los hoteles Winika Alterra, con 6 hectáreas y 5 habitaciones; en tanto que el Winika Habitat, tiene actualmente 8 habitaciones, por lo que se le denomina “eco-hotel” pero de 32 hectáreas.

Excelente negocio familiar y privado, logrado con el privilegio del poder, de la privilegiada información, para que una vez que asome el Tren Maya, surja terrenos anexos que volverán inmensamente ricos a los miembros de la familia López Obrador, según lo señaló Latinus, por conducto de Loret de Mola.

Pocos pueden comprar terrenos así, sólo personas con un enorme poder, que saben a futuro que esos terrenos serán oro molido en colosales y lujosos desarrollos, que nada tendrán que ver con los pobres. Sin embargo, tener ese tipo de prácticas, fue motivo suficiente para cancelar el proyecto del NAIM, pero ahora esa corrupción no parece importar.

LOS DAÑOS COLATERALES, Y ECOLOGICOS

Adicionalmente, la implantación de la obra por parte de FONATUR para lograr el derecho jurídico sobre los terrenos de hectáreas de sembradío o pastoreo, comunidades agrícolas, indígenas, y, sobre todo, la herida abierta al medio ambiente y a la frágil selva caducifolia del lugar, han provocado que muchos poblados sufran modificaciones o bloqueos por la misma obra.

Los pobladores han intentado hacer llegar sus quejas en las visitas de Andrés Manuel López Obrador, pero los anillos de seguridad, impiden que los vea, o los oiga, aun cuando su presencia llega a ser próxima a su camioneta que en veloz convoy cruza sin detenerse.

La obra que se convirtió en el orgullo del sexenio, se dijo sería de grandes beneficios para todos, principalmente para los habitantes del sureste, ha comenzado por dañar su ecosistema, su vivienda, sus comunidades, y sus formas de vida. Así lo señaló la periodista Carmen Aristegui, quien realizó un reportaje al respecto “Prevén daños colaterales por el tren maya”.

El avance de la obra, va generando a la par encono social, que no parece importar a nadie. El presidente está absorto en su sueño. La realidad es que las familias afectadas, y la gente desplazada, sin retribuciones que se prometen en forma verbal, van creando una estela negativa en torno a la obra, que promoverá el turismo de las clases ricas del mundo.

El costo ecológico no es mensurable. No ha llegado el progreso al sureste, ha llegado el desastre. Y la indiferencia a la suerte de los afectados, algo similar a lo ocurrido con las inundaciones en Tabasco vistas desde un helicóptero, pero sin liberar partidas presupuestales para ayudar a los damnificados. Pronto a esos damnificados se sumarán los damnificados por la gran obra del sureste, cuya justificación es nebulosa, pero la zona tiene la frecuencia del descontento social y este se provoca como efecto de los daños colaterales del Tren Maya. El detalle es que todo esto no importa, lo que cuenta es el Tren Maya que causará un daño irreparable a la naturaleza, pero si generará una nueva casta divina de millonarios, como los que antes condenaba en su lucha contra la corrupción, que, vista de esta forma, resulta una farsa porque surgirán colosales desarrollos inmobiliarios para los ricos del mundo, motivo de orgullo para el nepotismo.

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