Ucrania: ‘La arena de juego’

Por Ethan Tejón Herrera.

Analista

El principal error de las fuerzas rusas desplegadas en suelo ucraniano y de su líder; consistió en haber subestimado la resistencia de su país vecino.

Hoy a poco, más de dos meses de iniciado el conflicto bélico aquel 24 de febrero, la guerra continúa desgastando a ambas naciones; una vez consideradas en el pasado por sus mismos habitantes como dos naciones hermanas con dos visiones distintas, pero como si se tratará de un mismo pueblo.

Hoy en día, tal visión parece polarizarse cada vez más y el odio y la división continuarán durante varias generaciones en la región.

Al igual que sucedió en los Balcanes, la división de los pueblos europeos nos muestra (ahora en vivo y en tiempo real); una de sus caras más grotescas y aterradoras por medio de dantescas imágenes del caos de la guerra.

Las imágenes de civiles resguardándose del impacto de misiles rusos, del hacinamiento de personas en una abandonada fábrica, de las calles repletas de cuerpos de civiles ejecutados en Bucha y la devastación de hospitales, escuelas, pueblos y ciudades enteras, son remembranzas de conflictos bélicos que recuerdan a más de uno a los tiempos de la Segunda Guerra.

Para algunos, no hay certeza de que el conflicto amenace con expandirse más allá de los límites entre Rusia y Ucrania, mientras la alianza atlántica y los países de la eurozona, observan atónitos el destino que podría ocurrirle a cualquier otra nación en el viejo continente.

Por lo tanto, la victoria del país vencedor en Ucrania definirá el escenario internacional en los años por venir.

Los líderes de las dos superpotencias globales, en disputa desde el siglo pasado (Estados Unidos y Rusia), vivieron en tiempos similares bajo la amenaza de la devastación nuclear y de la guerra ideológica.

Biden y Putin, tienen dos visiones del mundo completamente distintas, pero los dos vivieron bajo la misma coyuntura y ambos cuentan con una larga trayectoria política.

Ambos líderes, se enredaron en una confrontación bélica de grandes proporciones, que amenaza y pone en alerta al escenario y a la estabilidad internacional en riesgo.

La Guerra Fría, parece abrirse paso hacia un nuevo capítulo, o quizá nunca se terminó en realidad, y tan solo se trató de un período efímero de paz y de estabilidad como afirmaba Fukuyama entonces y el mundo así lo creyó también.

Quizás la historia nunca se acabó, y tan solo más páginas se continuaron escribiendo y el considerado “fin de la historia”, quizá tan solo existió brevemente en un periodo de euforia y efervescencia tras el colapso de la extinta Unión Soviética.

El nuevo mundo multipolar que se avizora, no genera incertidumbre, pero definirá el resto de nuestros días.

La victoria en Ucrania, dependerá en gran medida de los esfuerzos realizados por el bloque occidental contra el bloque ruso apoyado por gobiernos autoritarios, y será una lucha encarnizada no por la ideología, sino por el poder.

La lucha ideológica de la posguerra y de la Guerra Fría, pasó de lado, ya que el capital carece de ideología, y en una era tecnológica, globalizada y capitalista resuelta evidente que la ideología o la religión como causas de un conflicto bélico a gran escala terminaron pasando a segundo plano.

La política de identidad, el nacionalismo, la xenofobia, la discriminación y la polarización política, así como los conflictos ocasionados por recursos naturales y disputas territoriales, continúan siendo en gran medida la consecuencia de los conflictos que hemos visto en el pasado y que se continúan replicando en este siglo (en mayor medida).

La arena de juego, se encuentra instalada y como si se tratará de una partida, el vencedor influirá en gran medida sobre el futuro incierto que nos impide ver más hacia adelante.

El mundo, parece polarizarse cada vez más y la amenaza de un tercer conflicto mundial, podría estar en la antesala en cualquier otro momento.

O al menos podría agravarse la situación y continuar sangrando al pueblo ucraniano y quizá expandir sus llamas por el resto de Europa, sin que aquello sea motivo de un conflicto mayor o de un holocausto nuclear, como muchos temen.

Personalmente dudo qué tal conflicto llegue al menos por este momento, pero la amenaza es latente y es real.

La desesperación de Rusia por ganar la guerra que provocó, continúa nublando el juicio de su líder, y la sangre derramada, tanto de rusos como de ucranianos no parece frenar su ánimo expansionista y homicida.

Una vez pasado el desfile militar del próximo 9 de mayo, Rusia nos tendrá más sorpresas por delante.

Pero la guerra no parece tener final, al menos de momento.

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