Reforma eléctrica, retroceso para el México de hoy

Por Ethan Tejón Herrera.

Analista

Mucho se ha escrito, discutido y discrepado sobre el proyecto de reforma en materia eléctrica que propone el presidente López Obrador y su fuerza política.

Cómo no es de sorprenderse, el presidente es su principal promotor.

Le ha vendido al electorado la promesa de que, si se logra concretar este proyecto, el costo de la electricidad se abaratará en lugar de encarecer, así como también México recuperaría su “soberanía enérgica” arrebatada principalmente por privados, catalogados en muchas ocasiones como “oportunistas” y “corruptos”.

La verdad es que ni lo que afirma el presidente es cierto, así como tampoco la solución recae meramente en los privados.

Lo que necesitamos los mexicanos, es un consenso equilibrado entre el peso del Estado mexicano y la inversión privada; las oportunidades que generan los empresarios e inversionistas en nuestro país son de gran trascendencia para el desarrollo del mismo.

El proyecto de reforma, pretende crear una especie de “súper CFE”, que fungiría como regulador y autoridad suprema en el ramo energético.

Está comprobado, que el estatismo y el monopolio en manos del gobierno no genera nada más que pobreza, desabasto, burocratismo y cortes en el suministro energético.

La experiencia, acontecida en economías de planificación central, como en el caso de los países europeos orientales durante la guerra fría, los ejemplos más sonados de Cuba, Venezuela y Corea del Norte, nos recuerdan que el libre mercado y la competencia son clave para el progreso y el desarrollo social.

Si bien es cierto, México no es un país comunista. Los proyectos políticos e ideológicos que propone la agenda del ejecutivo, parecen sacadas del baúl de los recuerdos de los fracasos políticos y económicos aplicados no solo en naciones comunistas, sino también durante los tiempos del viejo PRI.

Más que al comunismo, México se acerca al populismo exacerbado y a las viejas prácticas del nacionalismo revolucionario (1920-1960) del México del siglo XX.

El mero hecho de que el Estado, pretenda ser el rector de la materia energética, al controlar el 54% de la generación de la misma y los privados el 46% es preocupante, ya que la CFE, no tiene ni la suficiente capacidad, ni personal o infraestructura para producir más de la mitad de la energía que necesita el país.

Además de que la energía que pretende producir la CFE, es altamente contaminante y costosa, a comparación de la producida por las energías limpias (que, si bien contaminan y producen algunos residuos también, lo hacen mucho menos y a un costo mucho menor). Espero que nuestros legisladores, voten a favor de lo que crean necesario para nuestro país, y que no se dejen presionar; deben recordar que las fórmulas que ya se aplicaron en el pasado no funcionarán ni en el presente ni en el futuro.

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