Promover la pobreza es pecado

Por Gilberto Miranda Chávez.

Analista

El Santo Papa Juan Pablo II, un auténtico líder moral y espiritual, dijo en su Carta Encíclica Centesimus Annus de 1991: “La moderna economía de empresa comporta aspectos positivos, cuya raíz es la libertad de la persona, que se expresa en el campo económico y en otros campos. En efecto, la economía es un sector de la múltiple actividad humana y en ella, como en todos los demás campos, es tan válido el derecho a la libertad como el deber de hacer uso responsable del mismo. Da la impresión de que, tanto a nivel de naciones, como de relaciones internacionales, el libre mercado es el instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder eficazmente a las necesidades”.

Promover la pobreza es pecado, proponer la pobreza es esclavizar. No ha habido nada que haya pacificado tanto el espíritu salvaje de los individuos como el progreso. Religiosos, políticos e intelectuales cuyo principal argumento es la pobreza como un modo de vida digno de perseguir, en el fondo, están llevando a la gente a la desgracia.

El dinero ha sido la institución más benéfica en la historia de la humanidad, que se ha constituido de manera voluntaria y ha ido cambiando de forma en el transcurso de los siglos, antes eran los granos o el oro, ahora son los billetes y las monedas, pero siempre, en el fondo, el dinero ha fomentado la paz debido a la enorme cantidad, calidad y variedad de intercambios voluntarios que nos permite realizar.

La austeridad republicana, la pobreza franciscana, la ideología socialista, o cualquier otra forma de promoción de la pobreza le llevan desgracia de quien la propone a quien se le propone. Los ciudadanos no prefieren la pobreza, la pobreza la prefiere quienes coaccionan a los ciudadanos.

De tal forma que esas ideas nunca se comparten, sino se imponen a la fuerza. Y si bien es cierto que la pobreza ha sido la condición natural e histórica del ser humano, este ha encontrado la solución a su desgracia en la implementación del sistema económico capitalista y de libre mercado.

El capitalismo y la libertad, han traído bienestar a la sociedad y han mejorado la calidad de vida de la gente a través de los intercambios voluntarios y la satisfacción de las necesidades del prójimo.

El Santo Papa Juan Pablo II, en su Carta Encíclica Centesimus Annus de 1991, retomó las palabras del Papa León XIII, quien condenó al socialismo como una ideología de odio y beligerancia: “Los socialistas instigan a los pobres al odio contra los ricos y tratan de acabar con la propiedad privada estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes; pero esta teoría es tan inadecuada para resolver la cuestión, que incluso llega a perjudicar a las propias clases obreras, y es además sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los legítimos poseedores, altera la misión del Estado y perturba fundamentalmente todo el orden social”.

Cuando se promueve la pobreza como una forma de vida, en el fondo, se pretende la esclavitud. La libertad de la persona, la voluntad personal y sus valoraciones individuales, como lo dijeron el Santo Papa Juan Pablo II y el Papa León XIII, son la mejor forma de alcanzar el bienestar debido a la asignación de recursos que cada individuo considera que tiene que hacer con lo que posee para alcanzar lo que necesita. Nadie está legitimado para decidir por la vida, la propiedad y la libertad del prójimo.

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