Por ningún candidato
Por Gilberto Miranda Chávez.
Analista
Cuando una persona en el rol de consumidor, quiere adquirir un producto o un servicio, para satisfacer una necesidad y así mejorar su calidad de vida, no es necesario conocer ni entender el proceso de producción de ese producto o servicio.
Definitivamente, ni siquiera es relevante para una persona en el rol de consumidor lo que haya ocurrido antes de que realice su compra: los trabajadores que participaron, los conocimientos compartidos, la maquinaria utilizada y los costos de producción, todo eso es irrelevante, basta con saber cuáles son los beneficios que se obtendrán una vez adquirido el producto o el servicio deseado, para finalmente preferir uno antes que otro.
Sin embargo, cuando una persona en el rol de votante, analiza a los posibles ganadores de una elección política para decidir a quien le va a otorgar su voto, es primordial conocer la idea propuesta por el candidato político, pero es incluso posteriormente más importante conocer, la fundamentación de la idea propuesta por el candidato político, debido a que la sociedad es un proceso dinámico, no es un proceso estático ni un evento único de compra – venta, y ante los acontecimientos espontáneos surgidos del proceso de interacciones humanas, prácticamente ningún político tiene argumentos para eventualmente solucionar los problemas que surgen del proceso social, y terminan interviniendo de formas muy agresivas hacia los ciudadanos.
Los candidatos políticos, durante la campaña hacen discursivamente posible todo lo que materialmente es imposible. No es sano hablar de eliminar la pobreza, porque en definitiva es imposible debido a que, en un mundo con recursos finitos, las necesidades humanas son infinitas, por lo que siempre habrá quienes no puedan acceder a los productos o servicios necesitados. Tampoco es sano hablar de acabar con las desigualdades, pues son de ellas de donde surgen las necesidades de intercambiar entre las personas aquello que les sobra por aquello que les falta. Para solucionar los problemas mencionados, la pobreza y la desigualdad, los candidatos recurren a la llamada: justicia social o igualdad ante la ley.
La justicia social o igualdad ante la ley, requiere que se les apliquen las mimas reglas a todos y cada uno de los ciudadanos, bajo marcos institucionales que permitan el libre desarrollo en sociedad obteniendo cada uno lo que es fruto de su trabajo y su conocimiento, pero se confunde con la igualdad mediante la ley, que es la acción de aplicar distintas reglas a todos y cada uno de los ciudadanos con el objetivo de igualar las circunstancias, empeorando a los que mejoran y mejorando a los que empeoran. Y ahí entra el populismo, que en esencia no es un término negativo, pues hace referencia a lo popular o a lo que le pertenece a la comunidad. El problema es que los candidatos, suelen ser populistas con malas ideas, pudiendo ser con mayor esfuerzo intelectual populistas con buenas ideas.
No existe un solo candidato político, que tenga ideas compatibles con los integrantes de la sociedad, en última instancia el candidato político tiene ideas compatibles con sus intereses personales, porque es imposible que ambas partes tengan los mismos fines deseados e incluso en el proceso para intentar alcanzarlos, los integrantes de la sociedad y los candidatos políticos, no valoran de la misma manera aquellos medios utilizados. Los ciudadanos se utilizan entre sí de manera voluntaria, el político utiliza a los ciudadanos de manera coactiva. Los ciudadanos quieren alimento y vestido, los políticos quieren calles y puentes.
De tal manera que los recursos que estaban predestinados a mejorar la calidad de vida de cada persona, se ven alterados por supuestas preferencias comunes dictadas por cada funcionario. No es la política, la mejor herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas y nos son los candidatos políticos los más interesados en resguardar el bienestar de la gente. Yo no votaría por ningún candidato.