Para ser un estadista se debe respetar y hacer respetar la Constitución

Por: Oscar J. Amaya Ibarra.

Analista

En el mes de marzo pasado escribí un artículo al que titulé “Se arranca la sucesión presidencial”, en el me refería a declaraciones de Andrés Manuel, en el sentido de que él no se reelegirá y que al terminar su sexenio se irá a su finca de Chiapas, a escribir un libro y a vivir de su pensión que recibirá del ISSSTE, por haber completado más de 20 años de cotización. Así mismo, comenté la rareza de esas declaraciones, por cierto, hechas ya en otras ocasiones, pues la Constitución en el artículo 83 es muy clara cuando establece que el presidente no podrá reelegirse en el mismo cargo. También comenté que cuando AMLO, era jefe de gobierno del extinto Distrito Federal, insistía mucho en que él no tenía aspiraciones presidenciales, pues su labor era la de jefe de gobierno y, sin embargo, en 2006 y 2012 lo vimos aspirando y en 2018 ganar la presidencia de la república.

En estos días en que la cámara de senadores, aprobó en una ley secundaria la ampliación de mandato del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia, de cuatro años, como se establece actualmente, hasta seis años, no obstante que el artículo 97 de la Constitución, contempla tres aspectos fundamentales: el ministro presidente será nombrado por el pleno de sus compañeros ministros, su encargo será por cuatro años y no podrá reelegirse para el siguiente período. Andrés Manuel López Obrador, de inmediato salió a declarar que estaba de acuerdo con esa disposición a la que no considera anticonstitucional y, además, está convencido que la reforma al poder judicial, no podrá llevarse a cabo si no la encabeza el actual ministro presidente.

En lo que va de este sexenio, hemos visto de diferentes maneras, como el Poder Ejecutivo tiene capturado al Poder Legislativo, pues su partido tiene mayoría en el congreso y las iniciativas de ley que les envía, van acompañadas con la orden de no cambiarle ni una coma. En aquella solicitud que Andrés Manuel envío al Poder Judicial, pidiéndole su opinión sobre la pertinencia de llevar a cabo una consulta popular para enjuiciar a expresidentes; aunque la SCJN no le dio respuesta como AMLO lo esperaba, sí vimos una Suprema Corte  que, si bien no se supeditó a lo expresamente solicitado; en su respuesta, es evidente que el ministro presidente fue, cuando menos titubeante, pues constitucionalmente no había razones para llevar a cabo dicha consulta, ello provocó, con sobrada razón, que se pensara que  el ministro presidente del Poder Judicial, se estaba alineando a los designios del Poder Ejecutivo.

Ante la reforma a una ley secundaria, que no a la Constitución, como debería ser, con la cual se amplía la permanencia como presidente del ministro Arturo Saldívar y, que, es bien claro que la iniciativa que fue presentada por un senador del partido verde, no es otra cosa que una manera de disfrazar una orden que les dio el Ejecutivo. Es una evidente señal de que ya se capturó también al Poder Judicial. Mucho se comenta también, que entre los aspirantes con posibilidades para relevar al ministro Saldívar en 2022, está el ministro Alberto Pérez Dayán, quien no es bien visto desde palacio de gobierno y que pudiera tratarse de alguien que no es fácil de manejar. ¿Estaremos ante un ensayo donde AMLO, busca tantear el terreno para una posible ampliación de su mandato o quizás para su reelección? ¿Será que AMLO ya pactó con el ministro Saldívar, para que avale esa posible reelección y por eso lo quiere tener hasta 2024? De ser así: ¿Estaremos ante un golpe de estado efectivo, no técnico, como el que le está dando el INE al Poder ejecutivo, según lo ha manifestado el propio AMLO?… ¿Será un golpe orquestado por quienes desean perpetuarse en el poder a partir de 2024, sentando las bases de una dictadura y la desaparición de los Poderes de la Unión?  Me viene a la memoria una película, (La Ley de Herodes), donde un alcalde de un pueblo cualquiera, cuando no le gustaba algún precepto establecido en la constitución…le arrancaba las hojas al “librito” y asunto arreglado.

“Esto no es una democracia, es una dictadura. Una dictadura benévola, (en nuestro caso, todavía) pero una dictadura, al fin y al cabo.” William Hurt, actor Estadunidense.

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