Necesitamos a Nuestra Madre

José Eduardo Limón Camacho.

Analista

‘‘Niña mía, muy amada, y Señora mía, Dios te guarde. ¿Cómo has amanecido? ¿Estas con salud? No tomes disgusto de lo que dijere. Sabe, dueña mía, que está enfermo de riesgo un siervo tuyo, mi tío, de un accidente grave y mortal; y porque se ve muy fatigado, voy de prisa al Templo de Tlatelolco en la ciudad a llamar un sacerdote para que venga a confesarle y a olearle; que, en fin, nacimos todos sujetos a la muerte; y después de haber hecho esta diligencia, volveré por  este lugar a obedecer tu mandato. Perdóname, te ruego, Señora mía, y ten un poco de sufrimiento, que no me excuso de hacer lo que has mandado a este siervo tuyo, ni es disculpa fingida la que le doy, que mañana volveré sin falta’’.

489 años después de las apariciones milagrosas de la Virgen de Guadalupe, una nueva enfermedad nos tiene postrados en cama y ocultos en nuestras casas; temerosos de contagiarnos y llegar estrepitosamente al final de nuestros días, preferimos adecuar nuestra vida y nuestra fe a la ‘‘prudencia’’ finita de los hombres de este mundo.

No se niega la existencia de la pandemia y tampoco se desconocen los riesgos de contagio que existen ante un acumulamiento de millones de personas, sin embargo, también es cierto que la estrategia y el celo apostólico hubiesen podido presentar una solución más viable para que millones de mexicanos acudieran al Santuario Guadalupano y pusieran su corazón ante la Morenita del Tepeyac. Cerrar a rajatabla la Villa de Guadalupe durante los días marianos, es la propuesta más simplista y temerosa que se pudo haber tomado.

En tantos lugares y establecimientos, se acatan medidas sanitarias que buscan prevenir el contagio masivo; puntos de control en los que te miden la temperatura, te proporcionan gel anti-bacterial, te exigen el uso del cubrebocas, se supervisa la sana distancia y limitan la entrada de personas. ¿Acaso no se podía hacer lo mismo en la Basílica?

La historia Guadalupana, ya ha presenciado escenarios de propagación de enfermedades y la Virgen de Guadalupe, nunca ha abandonado a su pueblo cuando éste acude fielmente a suplicar su protección; precisamente, el primer milagro de la Virgen de Guadalupe, fue curar al tío de Juan Diego, Bernardino, quien estaba postrado en cama y al borde de la muerte.

En 1554, una epidemia mató a más de 12,000 personas en la Ciudad de México y sólo cesó cuando se acudió en procesión a pedir ante la Virgen de Guadalupe el fin de la epidemia. Lo mismo ocurrió en 1633, con la “tos chichimeca” y en 1695 con la peste de “tabardillo”.

Para el año de 1736, una epidemia de fiebre tifoidea mató a más de 40,000 personas, se hicieron novenas y súplicas a la Virgen de Guadalupe, pero la enfermedad no disminuía. Entonces, el Arzobispo-Virrey D. Juan Antonio Vizarrón, nombró a Nuestra Señora de Guadalupe Patrona principal de la nación y se fijó el 12 de diciembre para su pública veneración. Aquel día no se reportó ningún difunto.

Los antecedentes históricos y milagrosos, deberían ser suficientes para acudir con mucha mayor devoción al Santuario Guadalupano y poner nuestras súplicas ante la tilma bendita de Juan Diego. Mucho mayor celo apostólico, debería mostrar la jerarquía eclesiástica para que se realizaran actos públicos de Fe y se pidiera la intercesión de Nuestra Madre.

Lo que más necesita el mexicano es a su Madre, necesitamos acudir a sus brazos para contarle nuestras penas y alcanzar por medio de Ella la bendición de Dios; lo que más necesitamos es repetir a aquellos cristianos que ante la peste acudieron en peregrinación al Santuario Guadalupano; necesitamos creer aquellas dulces palabras que se pronunciaron para la posteridad de nuestro pueblo.

‘‘Oye, hijo mío, lo que te digo ahora: no te moleste ni aflija cosa alguna, ni temas enfermedad, ni otro accidente penoso, ni dolor. ¿No estoy aquí, yo, que soy tu Madre? ¿No estás debajo de mi sombra y amparo? ¿No soy yo vida y salud? ¿No estás en mi regazo y corres por mi cuenta? ¿Tienes necesidad de otra cosa? No tengas pena ni cuidado alguno de la enfermedad de tu tío, que no ha de morir de ese achaque; y ten por cierto que ya está sano’’.

Comentarios de Facebook

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies