El Juglar de la Red

Militares para todo

Por Rafael Cano Franco.

Si una institución ha sido empoderada en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, es el ejército; la milicia pasó de ser un abierto opresor al servicio de las clases dominantes, para convertirse en un aliado al que se le puede confiar prácticamente todo.

El Ejército está en todo: construye aeropuertos, vías ferroviarias, controla las aduanas, contiene las olas de migrantes, están operando los puertos, son los encargados de la seguridad y en un futuro no muy lejano serán los policías de México.

No es que no lo fueran ya, lo que sucede es que el presidente López Obrador decidió quitarles la máscara y anunció que va a emitir un decreto para que la Guardia Nacional se incorpore a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Hace apenas cinco años, muchos de los que ahora gobiernan al lado del presidente López Obrador se rasgaban las vestiduras por la presencia militar en las calles, exigían que los soldados se recluyeran en sus respectivos cuarteles y acusaban al gobierno de estar militarizando al país.

En las filas de la izquierda siempre se ha considerado que el ejército forma parte de una estructura opresara, un ente al servicio del gobierno para acallar las protestas más sentidas de la población.

En México, fue el Ejército y su capacidad de inteligencia militar la que permitió abatir a grupos guerrilleros, los acosó, los persiguió y muchos fueron acribillados al enfrentarse a las partidas de soldados que los buscaban, otros fueron detenidos y los enjuiciaron por los asaltos a bancos, los secuestros y asesinatos de empresarios.

Morena, que conserva mucha de esa ideología de izquierda y donde militan muchos de aquellos izquierdistas pregonadores de las bondades de la guerrilla, mostró antes de obtener el poder un rostro adverso a las fuerzas armadas, sus expresiones de rechazo a su presencia en las calles fue una bandera de campaña.

Pero ya en el gobierno han sido omisos en expresar su rechazo al paulatino empoderamiento del Ejército y la riqueza de la cual ahora gozan los mandos militares.

En el sexenio actual, las Fuerzas Armadas son los albañiles que construyen los Bancos del Bienestar, que ni sirven ni operan, pero han costado una millonada y varias fortunas han surgido de los contratos de obra, muchos de los cuales quedaron en los Generales, Coroneles o Capitanes.

También edificaron el AIFA, tienen a su mando las obras millonarias del Tren Maya, donde se invierten casi 300 mil millones de pesos (150 por ciento más de los presupuestado); son los encargados de la construcción de “Dos Bocas”; están encargados de las aduanas fronterizas y de las aduanas en las zonas portuarias.

La creación de la Guardia Nacional, según lo explicaron sus creadores: el presidente López Obrador y el entonces Secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo Montaño, estaba destinada a ser una policía civil cuyas acciones de inteligencia, su capacidad de respuesta, su equipamiento y la capacitación especializada de sus elementos marcarían la diferencia en la lucha contra la inseguridad pública.

En todo momento negaron que sería un organismo militar, paramilitar o militarizado; al final fue un híbrido: mandos militares, con una tropa que se integró con soldados y unos pocos elementos de la antigua Policía Federal.

Si se trata de presumir resultados y grandes logros, eso es imposible, La Guardia Nacional, a pesar de la inyección de recursos presupuestales no logró resolver el problema del crimen organizado y tampoco se convirtió en un organismo de confianza para los ciudadanos.

El paso más reciente para seguir militarizando al país acaba de ser anunciado por el presidente López Obrador y se trata de que la Guardia Nacional, pase a formar parte, de manera íntegra a la SEDENA.

Esta decisión no solamente va en contra del decreto de creación que aprobó el Congreso de la Unión, también es una manifestación de que el presidente López Obrador y sus operadores no tienen el menor empacho en mentir abiertamente con tal de lograr sus propósitos.

Con la Guardia Nacional plenamente militarizada, el presidente ya tiene a su disposición una guardia pretoriana, sus propios Dorados, su guardia personal y con ello tiene una fuerza armada para utilizar a conveniencia y con discreción.

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