El Juglar de la Red

Por Rafael Cano Franco.

México no está endeudado, el gobierno sí

Una de las grandes promesas del presidente Andrés Manuel López Obrador fue la de no contratar deuda, no aumentar impuestos, que no hubiera “gasolinazos” y todo ello se lograría con una fórmula muy sencilla: “acabar con la corrupción y con los privilegios del gobierno.

En estos dos años con sus 9 meses de gobierno, López Obrador no ha dejado de presumir que toda la inversión pública, el respaldo a los programas sociales y el financiamiento de las grandes obras en proceso y las que anuncia para el futuro –como la inversión de 2 mil millones de dólares (40 mil millones de pesos) para construir la granja solar más grande de América en Sonora—se van a llevar a cabo sin la necesidad de contratar deuda pública.

La visión del Presidente era la de no endeudar al país considerando, según su propio diagnóstico, que el país tiene finanzas sanas y combatiendo la corrupción se podía revertir y hasta enfrentar una contingencia económica.

Pero entre lo que se dice y lo que se hace hay una gran diferencia.

De acuerdo a los datos oficiales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), es decir datos oficiales, los dos tipos de deuda han aumentado: la deuda interna, que se tasa en pesos y la deuda externa que es tasada en dólares.

Se conoce como deuda interna neta del sector público federal, aquella adquirida por el Gobierno federal y también por los organismos y empresas paraestatales, como CFE, Pemex y la Banca de Desarrollo.

Esta deuda, en noviembre de 2018, antes de que asumiera el mando el presidente López Obrador ascendía a los 6.7 millones de millones de pesos. Es la herencia que le dejaron los gobiernos neoliberales y revolucionarios a la 4T.

Para abril de 2021, esa deuda llegó a la cifra de 7.8 millones de millones de pesos, es decir aumentó en 1.1 millones de millones. Esto representa un incremento del 16.7 por ciento y puede llegar al 20.2 por ciento si se sacan de ese total a los organismos, empresas y la banca de desarrollo.

Ahora bien, en materia de deuda externa contratada por el gobierno federal que se tasa en dólares, la situación que recibió López Obrador en noviembre del 2018 fue de un pasivo por 95 mil millones de dólares y para abril del 2021 ya la cifra asciende a 118 mil millones de dólares, es decir un aumento del 23.5 por ciento.

No es malo endeudarse, de hecho, es una forma válida para muchos gobiernos a fin de poder obtener recursos frescos y que sean la base para cimentar proyectos detonantes de desarrollo.

Pero la deuda también tiene consecuencias; la primera es que se compromete el futuro para resolver un tema del presente; la deuda que contrata el gobierno es de él, pero al final del camino somos todos los que terminamos pagándola de diversas maneras; contratar deuda es un camino fácil para todos los gobiernos, particularmente cuando se busca que la popularidad no se erosione.

Un gobierno, para evitar se impopular determina no aumentar impuestos o crear nuevos, para suplir la carencia de ese dinero es entonces que se contrata deuda, sea en lo interno o en lo externo, con eso se obtienen recursos frescos y se garantiza un paso tranquilo en el periodo de tiempo gubernamental.

El problema es que la deuda de un gobierno, termina por ser heredada como deuda a los gobiernos que vienen después y esto se convierte en un círculo vicioso que termina por ahogar las finanzas de cualquier nación.

Pero lo más grave es cuando el destino del dinero obtenido a través de la contratación de empréstitos no se refleja en una mejoría para los ciudadanos o en la infraestructura que poseen para su desarrollo.

El gobierno del presidente López Obrador es un devorador de dinero, sea por sus programas sociales, por su afán enfermizo de reavivar Pemex o por su deseo de trascender con grandes obras de relumbrón.

Pero más allá de eso, no se aprecia que el dinero obtenido por la vía del préstamo se refleje en los aspectos básicos que reclaman la sociedad: estabilidad económica y mejoría en la infraestructura de salud.

Se puede afirmar con los números en la mano, que las deudas interna y externa sí han crecido en este gobierno. Pero en abono a la 4T se debe reconocer que este gobierno pagó en el primer trimestre del 2021, la suma de 4 mil 39 millones de dólares a los intereses que genera la deuda externa, estos es un 7 por ciento por arriba del monto registrado en el primer trimestre del 2020 y el más alto desde 1980. Debemos mucho, no le bajamos al capital, pero a los intereses si le damos abonos grandotes.

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