Mejor información, mejores decisiones

Gilberto Miranda Chávez.

Analista

Referente a la emergencia sanitaria, declarada debido al SARS-Cov-2, desde el punto de vista cuantitativo, el estado de Chihuahua acumula alrededor de 28,065 contagios y alrededor de 3,171 muertes, dando como resultado un porcentaje de letalidad de alrededor del 11.3%. Por su parte, el estado de Texas acumula alrededor de 1,162,135 contagios y alrededor de 21,049 muertes, dando como resultado un porcentaje de letalidad de alrededor del 1.8%. La comparación es injusta debido a las mejores condiciones de vida de los texanos con respecto a los chihuahuenses, pero la comparación es necesaria para tener una mejor perspectiva de la situación.

En cuanto al porcentaje de positividad, es decir la cantidad de pruebas que arrojan un resultado positivo al SARS-Cov-2 con respecto a la cantidad de pruebas que se realizan, las cifras oficiales del estado de Chihuahua en días recientes arrojaron un 78%, cantidad que es altísima en comparación con la positividad del estado de Texas que arrojó un 10.5%, y si realmente esa es la positividad entre los chihuahuenses entonces los contagios tienen que comenzar a bajar notablemente porque el virus cada vez tiene menos posibilidades de replicarse al alcanzar la inmunidad colectiva.

Si bien es cierto que el porcentaje de letalidad puede aumentar o disminuir de acuerdo con las condiciones de salud de las personas previas a la pandemia, también está relacionado con la calidad de los servicios médicos ofrecidos a los pacientes que, según en dónde y cómo sean tratados, pueden mejorar sus posibilidades de resistir al contagio. Por lo que habría que cuestionarse, ¿Qué se está haciendo mal en el estado de Chihuahua como para no ser capaces de bajar el porcentaje de letalidad del 11?3%? Y en cuanto al porcentaje de positividad del 78%, indica que, en primer lugar, es poca la cantidad de pruebas realizadas y, en segundo lugar, que el muestreo que están tomando está sesgado.

El porcentaje de positividad bajaría si se realizaran pruebas suficientes como para contrastar los positivos con los negativos, dando como resultado un mayor porcentaje de negativos que de positivos, pues es imposible que 78 personas resulten positivas de cada 100 personas que se hicieron pruebas y ese dato es tan elevado porque la muestra de la población que están considerando mayoritariamente tiene en cuenta a las personas que acuden al hospital con síntomas evidentes y con la enfermedad tan avanzada que al hacerles la prueba, como es de esperarse, salen positivos, pero podrían no estar tomando en cuenta a las personas que se les niega la prueba o se hacen la prueba en laboratorios privados y tienen resultado negativo, y que haría que la positividad baje.

Incluso si tomaran en cuenta en las estadísticas oficiales a las personas que se les negó la prueba siendo positivos y se recuperaron o que se realizaron la prueba en laboratorios privados y se recuperaron, el porcentaje de letalidad bajaría considerando más contagios y contrastándolos con las muertes. La ocupación de servicios hospitalarios no puede ser el indicativo más importante para tomar decisiones, debido a que déficit de servicios de salud siempre ha habido, incluso desde antes de la pandemia.

Parece todo muy obvio, pero no lo es porque los datos sobre los cuales están tomando las decisiones tienen sesgos e inconsistencias que, evidentemente, complican la correcta argumentación y toma de decisiones trasladando los errores cuantitativos a los errores cualitativos. Y quizá, con mejor y mayor información, las decisiones serían más acertadas, pues en este momento, los números plantean una auténtica catástrofe sanitaria y la realidad es que no es así. Hay un amplio sector de la población recuperándose en sus casas por decisión propia. La situación ha sido grave, sí, para algunos sectores muy específicos de la población, a los que había que proteger y no fue así, e incluso ha habido sectores que fueron puestos en una situación de mayor vulnerabilidad en el plano económico y psicológico, tomando en cuenta que la Organización Mundial de la Salud define a la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades. Quizá con buenos datos que impactaran en mejores decisiones, no hubiera sido necesario el cierre total de las actividades económicas, ni el avance sobre las libertades individuales. No es tarde para corregir, la emergencia sanitaria se mantendrá por varios meses más y las decisiones tomadas hasta el momento no son viables ni sostenibles. Las acciones individuales generan información que debe ser tomada en cuenta por los tomadores de decisiones. ‘Garbage in, garbage out’ es un concepto informático que hace referencia a que, si los datos que entran son defectuosos, el procesamiento de los datos se complica y se alteran negativamente los resultados. Se necesita mejor información para tomar mejores decisiones.

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