Malo si sí, malo si no

Por Gilberto Miranda Chávez.

Analista

La revocación de mandato representa una serie de problemas sumamente graves para el país; no tiene muchos ganadores, pero tiene muchos perdedores. De hecho, para ser preciso, no gana nadie y pierden todos y, al decir todos, evidentemente, hablamos de que incluso ganando la revocación de mandato el presidente, pierde; y que incluso ganando la revocación de mandato la oposición, pierde también.

La revocación de mandato personifica a la destrucción, ¿Destrucción de qué? De recursos, de instituciones y de símbolos. La destrucción obliga a la restauración de aquello que se destruye, y en el proceso de restauración cualquiera podría argumentar que se mejoran las condiciones previas a la destrucción, pero, la realidad, es que solo existe una restauración supletoria, es decir, una restauración que sustituye a la otra. Pero en ningún caso se crea nada nuevo. No existe beneficio de la destrucción.

La revocación de mandato destruye recursos económicos, y si bien es cierto que el mal manejo en materia económica por parte del gobierno federal de por sí ya ha dilapidado millones, nunca es poco lo que se desperdiciaría considerando, evidentemente, que el sector privado enfocaría esos recursos, sin ninguna duda, al desarrollo económico de la sociedad, sin siquiera tener que realizar un ejercicio democrático, pues la democracia incluye un nivel coactivo de la mayoría hacia la minoría, mientras que en el sector privado, mediante los intercambios voluntarios, en la compra – venta, todos ganan en mayor o menor medida.

La revocación de mandato destruye instituciones, la principal, obviamente, el Instituto Nacional Electoral; sin embargo, no es la única institución, sino también las universidades, por ejemplo, que dividen su discurso y, en muchos casos, adoctrinan a los estudiantes.

También, instituciones empresariales, que sufren represalias a la propiedad privada. O incluso, naturalmente, instituciones de la sociedad civil que, en definitiva, son instituciones surgidas espontáneamente de la necesidad que tienen los ciudadanos de ser representados. El castigo inicia siendo económico y después moral.

La revocación de mandato destruye los símbolos y, en la política, los símbolos importan.

Tan destructivo puede ser para un país, ver a un presidente ser revocado, como ver a un presidente victorioso ante la duda de un sector de la población y la certeza de otros.

Es completamente distinto, hacer una crítica y discrepar del desempeño de un político a señalar y poner en duda a un símbolo. La contraparte del símbolo presidencial, como máximo representante del Estado es la anarquía y, aunque haya quienes desconfían del Estado, confiar en la anarquía, en este caso, sería peor. La revocación de mandato, es un hecho al que se ha coaccionado al país a realizar. La revocación de mandato es un hecho malo si sí, malo si no.

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