Los Poderes de la Unión

Por Oscar J. Amaya Ibarra.

Analista

Constitucionalmente el gobierno federal, está compuesto por los tres Poderes de la Unión, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, los cuales deben ser independientes entre sí. Ejerciendo sus funciones de manera coordinada, siempre buscando el bienestar del pueblo que es donde reside su soberanía. Durante muchos años, fuimos testigos de un régimen llamado “Presidencialista”, donde un partido político ejercía su hegemonía y pese a los principios Constitucionales, los Poderes de la Unión, eran prácticamente uno solo, pues todos obedecían ciegamente al presidente en turno. Aquel sistema político, aunque emanado de la Revolución Mexicana, se resistía a permitir la apertura democrática y por lo mismo, México vivió episodios difíciles de olvidar.

Del sistema presidencialista podemos recordar, tristemente, situaciones de corrupción, de inseguridad, de un trato desigual entre los mexicanos y de muchas otras situaciones, que son parte de un sistema “antidemocrático” y del cual estábamos hartos. Sin embargo, no todo fue malo, pues aquellos regímenes con todo y que eran una “dictadura perfecta”, como lo dijera alguna vez el escritor Mario Vargas Llosa, nos heredaron instituciones tan nobles como el Seguro Social y todas sus prestaciones de las cuales millones de mexicanos hoy disfrutamos, el ISSSTE que de la misma forma millones disfrutan sus prestaciones, el Infonavit por el cual millones tenemos casa, la educación gratuita, desde preprimaria hasta profesional, los organismos autónomos que protegen al ciudadano; por mencionar solo algunos de los beneficios de carácter social que nos dejó “el presidencialismo”.

En las elecciones federales del año de 1997, por primera vez la cámara de diputados dejaba de ser mayoría para el partido oficial. Con ello se sentó un precedente que traería como resultado el inicio de la democracia a nuestra País. Es a partir de las elecciones del año 2000 que, los mexicanos fuimos testigos de que México iniciaba una nueva era, la democracia llegaba (incipiente, pero llegaba) y permitía que el Poder Ejecutivo recayera en un partido diferente, pasando el presidencialismo a ser parte de nuestra historia. (cuando menos eso creíamos y deseábamos) Pero, también el Poder Legislativo pasó a ser un poder plural compuesto por los diferentes partidos políticos. Así vivimos, durante tres sexenios donde los cambios políticos y las reformas que se hicieron a las leyes, invariablemente fueron el resultado de acuerdos entre las distintas fuerzas políticas.

Gracias a esa apertura democrática y desde luego al hartazgo que los mexicanos teníamos por los gobiernos anteriores, en cuanto a corrupción e inseguridad, principalmente. En las elecciones de 2018, llega a la presidencia un hombre que se decía de la izquierda, (hoy no estoy tan convencido), un hombre que venía luchando desde hacía varios años y que, gracias a su perseverancia y tesón, logró por fin coronar sus aspiraciones y, lo hizo, por cierto, con un margen tan grande, que no había nada que discutir. Este presidente, prometió ser diferente a los anteriores y, como su bandera política, principalmente, prometió combatir la corrupción y la inseguridad. Sin embargo, a dos años tres meses de instalado en su presidencia, las cosas no parecen ser diferentes, por el contrario, en algunos casos, se antoja que vamos retrocediendo.

Vicente Fox decía: “el presidente propone y el congreso dispone”; Andrés Manuel López Obrador dice: “No quiero que le cambien una sola coma a mi iniciativa preferente para reformar la ley de la industria eléctrica”, evidenciando de manera pública, que los miembros del Poder Legislativo, son empleados a su servicio.

Recientemente el INE, basado en lo que ordena el artículo 41 apartado C, de la Constitución, cuestionó al presidente que se utilicen las mañaneras en época electoral, por la fuerte carga de proselitismo político que se ejerce en ellas. El Ejecutivo, llevó su queja ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y, éste, falló en su favor. En días pasados, vimos cómo el ejecutivo exhibió y descalificó a la Auditoría Superior de la Federación, órgano que depende de la cámara de diputados y, que sirve como contrapeso, pues gracias a ellos hemos conocido muchos de los desvíos que se dan en las diferentes dependencias del gobierno federal y de los estados y municipios. El daño que el presidente le infringió a la ASF, la deja sin credibilidad. ¿Fue un error de la Auditoría Superior de la Federación o es un complot? De cual cualquier forma, todo indica que a alguien le cayó como “anillo al dedo”.

Ejemplos como los que se mencionan anteriormente, se han venido repitiendo en los últimos dos años, evidenciando de manera abierta que el Poder Ejecutivo tiene capturados a los poderes Legislativo y Judicial. Sin ninguna duda, hemos regresado a ese sistema del cual nos habíamos librado desde el año 2000, cuando se inició la alternancia en el poder. Estamos nuevamente ante un “presidencialismo” (“Presidencia imperial” para otros).  Pero, lo grave no es tanto que se haya retrocedido y que ya estemos de nuevo viviendo un sistema político conocido. Lo verdaderamente grave, es la incertidumbre que vivimos por no saber cuál será nuestro destino a corto plazo. El 6 de junio hay elecciones, voten por el candidato de su preferencia […] ¡pero voten!

Una frase muy ad hoc, que se adjudica al político Peruano Daniel Salvaverry, dice: “Cuando un poder del estado ejerce el rol constitucional que emana del pueblo, se fortalece la democracia”.

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