Las virtudes de la Empresarialidad

Por Gilberto Miranda Chávez.

Analista

En términos económicos, el mercado es un proceso espontáneo y dinámico en donde se realizan transacciones voluntarias entre oferentes y demandantes, quienes realizan valoraciones subjetivas y desiguales acerca de los productos y servicios con los que transan, y dichas transacciones se efectúan a través de un sistema de precios marginales determinados en unidades monetarias, que beneficia siempre a los participantes con la mayor capacidad de negociación de quienes están dispuestos a vender por menos y a comprar por más.

Es decir, el mercado está integrado por personas que compran y venden de manera voluntaria con el objetivo de satisfacer diversas necesidades y que, al satisfacerlas, mejoren la calidad de vida de ambos participantes a través de la compra y de la venta. El comprador, compra con el objetivo de satisfacer necesidades inmediatas adquiriendo productos para consumir. El vendedor, vende con el objetivo de satisfacer necesidades mediatas asumiendo costes para producir, pues posteriormente intercambiará y satisfará sus necesidades con el dinero adquirido después de lograr satisfacer las necesidades del prójimo, con lo producido.

No hay nada que dignifique más a una persona, en su intento por mejorar su calidad de vida, que ejercer funciones empresariales, emprender. La función empresarial es parte de la naturaleza del ser humano, ejerce como empresario aquel que descubre una oportunidad de ganancia y actúa en el presente, reduciendo la incertidumbre, para modificar el futuro. Emprender, por lo tanto, consiste en iniciar con ímpetu una acción que encierra dificultades.

En las funciones empresariales y el emprendimiento, lo que reduce la incertidumbre del fracaso es la acción y lo que mejora las posibilidades del éxito es la persecución de un fin empresarial valorado por el emprendedor y que, durante la persecución del fin, es capaz de elegir los medios útiles que el emprendedor considera que le ayudarán a lograr su fin. El emprendedor se ve obligado a incurrir en costes para lograr su fin y si el valor del fin supera a los costes, obtiene ganancias, pero si el valor del fin es inferior a los costes, obtiene pérdidas.

Ante una situación de ganancias, el emprendedor debe ser perspicaz para observar el dinamismo de los consumidores e incurrir en nuevos costes con la visión de obtener nuevas ganancias. Ante una situación de pérdida, no significa que el emprendedor ha fracasado, sino que debe replantear su fin o realizar una valoración de los medios elegidos para alcanzar el fin, de acuerdo con la dinámica de los consumidores. El fracaso empresarial se hace presente cuando en la persecución de un fin, los medios utilizados que son siempre escasos, se terminan.

El mercado, integrado por compradores y vendedores, es un sistema muy hábil en donde los compradores detectan a los vendedores que satisfacen mejor sus necesidades y los premian con su preferencia; pero si los compradores detectan a los vendedores que no logran satisfacer sus necesidades, entonces esos vendedores son expulsados del mercado a través de la nula preferencia de los compradores, así las empresas desaparecen y los medios mal utilizados, como el dinero, la maquinaria y el personal, se re colocan en posiciones más productivas dando paso a los emprendimientos y empresas más viables, y así el mercado se depura. En la situación actual, a noviembre del 2020, ante la emergencia sanitaria y ante las restricciones de los gobiernos, los emprendimientos y empresas menos viables han fracasado, el mercado se ha depurado. El problema es que los medios mal utilizados como la maquinaria y el personal, difícilmente podrá re colocarse aumentando entonces la capacidad ociosa y disminuyendo la capacidad productiva; el dinero, en ahorro o en crédito, debe ser cuidado porque en situaciones de emergencia y ante la urgencia, suele utilizarse en la adquisición de medios erróneos para alcanzar determinados fines. Lo grave es que los gobiernos no están sentando las bases para futuros emprendimientos y peor aún, están limitando los fines empresariales y sin fines empresariales que perseguir, no hay costos en los que valga la pena incurrir en el presente para modificar el futuro, ni hay medios que haya que valorar para utilizar y producir, por lo tanto, se deprecia el dinero, la maquinaria y el personal.

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