El Juglar de la Red

Por Rafael Cano Franco.

La narrativa y la realidad

Si algo debemos reconocer al presidente Andrés Manuel López Obrador es su capacidad de narrativa; sus “otros datos” son la mejor manera para desmarcarse de la realidad y generar una visión propia que luego la generaliza y la convierte en opinión pública o cuando menos en un contrapeso de la opinión pública dominante.

Las conferencias “mañaneras” no solamente son un show excelentemente montado, también son un ejercicio comunicativo desde donde se puede denostar, pero también donde se fija una visión particular del acontecer nacional…la visión del Presidente.

Se ha documentado, en base a investigación y seguimiento de los dichos mañaneros del presidente López Obrador, que en cada conferencia se dicen en promedio 80 mentiras: el problema no es esa cantidad de mentiras que se expresan diariamente, lo realmente grave es que hay un público que las cree y las repite.

Y ahí entra la otra parte de ese ejercicio de comunicación: las redes sociales que se convierten en el campo de batalla para defender “la versión del presidente”.

Veamos algunos ejemplos:

En materia de seguridad pública, México enfrenta un serio problema con más de 90 mil asesinatos dolosos, supera con mucho los de los tres sexenios anteriores; sin embargo, en la narrativa presidencial se les debe agradecer a los grupos criminales porque el día de las elecciones “se portaron muy bien”.

En lo correspondiente al combate a la corrupción, uno de los grandes temas donde López Obrador queda a deber; resulta insultante que en el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, funcionarios de la 4T fueron acusados de robarse lo que se había recuperado; ni que decir de los impresentables de su gabinete, de los escándalos de su familia recibiendo sobres de dinero o de las asignaciones sin licitación de miles de millones de pesos a empresas fantasmas o creadas al inicio del actual gobierno.

Pero esa corrupción no se toca y para alimentar la narrativa de que el gobierno combate la corrupción se alienta una consulta –que fracasó, además—para enjuiciar a ex presidentes, pero que ni tuvo impacto social, ni logró los votos suficientes para ser vinculante, pero no se tuvo empacho en invertirle 580 millones de pesos.

En materia de salud ya casi llegamos a las 300 mil muertes por Covid-19, pero el presidente desde su púlpito mañanero pregunta: –¿qué habría pasado si no gana el cambio? ¿Si los gobiernos neoliberales siguieran gobernando?… el mismo responde: –no habría vacunas, no se habría atendido con un plan estratégico bien diseñado la pandemia.

El sector salud no evolucionó positivamente, por el contrario, ahora está en su peor momento: no hay medicamentos para atender enfermedades tan crueles como el cáncer infantil; el Insabi es un cascajo vacío que no sirvió para nada; instituciones como el IMSS o el Issste sobreviven por el esfuerzo de su personal, pero carecen de todos los insumos necesarios para devolver la salud a los enfermos.

Sin embargo, el presidente López Obrador insiste en una narrativa donde todo está bien e incluso se mejoró.

El Coneval anuncia que durante el actual sexenio la pobreza aumentó, pero desde su espacio matinal televisado, Andrés Manuel López Obrador niega las cifras y las repele con sus “otros datos”.

A partir del 30 de agosto las clases serán presenciales; una decisión tomada bajo la consigna de que “llueva, truene o relampagueé” pero a los niños y niñas que acudirán a clases se les niega la vacuna contra el Covid-19 bajo el alegato de que “hay evidencia científica que vacunarlos no sea necesario”.

En la realidad muchos países del mundo. de Europa, Asía y América, están vacunando a sus jóvenes en edad escolar porque es la manera más segura de garantizar la apertura de los salones de clases; pero aquí la narrativa presidencial ya decretó que la vacuna para los escolares es innecesaria razón la cual no se aplicara y sí se reabrirán las escuelas.

Esta narrativa que contrasta con la realidad tiene grandes cómplices que la prohíjan y la dejan avanzar: la ignorancia del pueblo mexicano y la falta de una oposición cohesionada. La versión presidencial sobre la situación que guarda el país, no sería posible en una sociedad con más altos grados de educación y mucho mayor aprecio por la información; pero tampoco sería posible con una oposición inexistente, atomizada, sin proyecto de país y apabullada por la narrativa presidencial.

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