La democracia estadounidense se resguardó a sí misma (por ahora)

Por Ethan Tejón Herrera.

Analista

El mapa electoral estadounidense se encuentra dividido a la mitad. Durante la jornada electoral un comentarista de la CNN afirmaba que el país parecía estar congelado en el 2020.

Mientras los republicanos esperaban arrasar (literalmente, ya que algunos hablaban de un “tsunami”), los demócratas obtuvieron resultados mucho mejor de lo esperado. Aquel “tsunami” rojo que se pregonaba se convirtió en una onda.

Mucho se ha comentado acerca de la elección intermedia de este año, no solo por la importancia de la misma para la política internacional.

Sino que además, se presenció una estrepitosa caída para la plataforma del expresidente Donald Trump.

Tras el fracaso de la fuerza y alcance de sus candidatos para distintos puestos de elección popular, el ex presidente decidió aplazar el anuncio de sus intenciones presidenciales.

El electorado estadounidense se guio hacia la moderación y no hacia el eje nacionalista, populista y nativista que alcanzó la Casa Blanca en 2016.

La democracia estadounidense encontró un respiro. En esta elección el miedo del electorado ante el bloque distinto fue un factor crucial.

Tanto, electores republicanos como demócratas, se vieron unos a otros como demasiado “extremistas” y se volcaron por opciones más convencionales o menos polarizantes.

Un resultado que despertó inquietudes dentro de los seguidores trumpistas e incluso dentro de las filas del mismo partido republicano que comienzan a apuntalar a Trump como un lastre.

Aliados, asesores, militantes y medios afines (New York Post, Wall Street Journal, Fox News) han comenzado a darle la espalda al otrora patriarca del partido del elefante.

Los demócratas aseguraron victorias importantes en gubernaturas, escaños del Senado y de la cámara baja.

La pelea es más ajustada en el Senado, ya que la mayoría se definirá una vez pasen los resultados de la elección especial al Senado en Georgia. Donde el demócrata Raphael Warnock lleva una ligera ventaja sobre su rival, el ex futbolista Herschel Walker.

Además, se ha especulado sobre quién sería el próximo candidato que gane la nominación republicana para el 2024.

La figura del gobernador (reelegido) de Florida: Ronald DeSantis se ha mostrado como una de las grandes apuestas del partido.

DeSantis, ha ganado popularidad entre el electorado estadounidense, sin embargo también ganó notoriedad por criticar a los derechos de las personas transgénero y de los migrantes.

Mientras tanto en nuestro vecino estado de Texas, los demócratas buscan recuperarse de la derrota electoral de Beto O’Rourke ante el gobernador Greg Abbott.

Así como las futuras aspiraciones políticas de O’Rourke se encuentran en tela de juicio, tras sufrir tres derrotas electorales (al Senado, a la presidencia y a la gubernatura).

No obstante, O’Rourke, ayudó a movilizar el voto demócrata y a seguir manteniendo una firme base partidista en zonas urbanas.

Mientras tanto en zonas rurales el voto republicano se mantiene firme. Además el cambio demográfico ha influido en ir cambiando la geografía electoral texana.

La población hispana, va desplazando a otras comunidades raciales, incluso a las que son multiculturales. Tras estos comicios lo más certero es que Trump está cada vez más cerca de convertirse en un “cadáver” político.

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