La caída de Santiago Nieto

Por Ethan Tejón Herrera.

Analista

Era de esperarse la caída del zar anticorrupción de la 4T, Santiago Nieto Castillo tras una boda polémica para la “austeridad” cuatroteísta.

Austeridad, que se ha puesto en entredicho en más de una ocasión, ya que, a diferencia de los anteriores períodos de gobierno de distintos colores partidistas, la 4T parece replicar o incluso seguir fomentado la opulencia y el despilfarro.

Un vicio de la clase política mexicana, que no conoce de ideologías o de institutos políticos.

El escándalo se suscitó, tras la reciente boda del ahora ex titular de Inteligencia Financiera con su esposa Carla Humphrey, quien es a la sazón consejera electoral del INE, en una nación extranjera como lo es Guatemala.

El otrora funcionario estrella de la 4T, se unió a la lista de ex funcionarios “incómodos” para la administración encabezada por el presidente Obrador.

Se había rumorado con anterioridad en un portal digital de la vida política nacional, que el ex funcionario había elegido un país como Guatemala, para evitar una represalia del narcotráfico, por su papel en desarticular redes de lavado de dinero y de financiación del crimen organizado.

Además de la presencia de aproximadamente 300 figuras de la élite política y empresarial, también en la boda figuraron la detención de individuos con 35 mil dólares sin declarar en la aduana guatemalteca.

Entre ellos se encontraba una ex funcionaria de turismo capitalina, caso que se convirtió sin duda en un dolor de cabeza para la “jefa” Sheinbaum.

Si bien es cierto, el casarse en una boda opulenta, si se generan ingresos con honestidad y como producto de una trayectoria en el fortalecimiento de los instrumentos, para combatir al menos financieramente hablado al crimen organizado, no es un crimen.

Si lo puede parecer para la ética o la moral cuatroteísta, en su concepción de una lucha de clases con el sistema económico neoliberal a la cabeza.

Como si se tratara de un molino de viento, el Presidente busca lanzarse en una cruzada “moralizante”, contra todo aquello que tenga tufo a elitismo o a rendimientos económicos que sean ajenos al Estado mexicano.

El gran “pecado” de Santiago Nieto, fue auspiciar una gran boda, mientras que a Lozoya se le permitió andar en libertad presumiendo sus lujos y excesos, hasta que le salió el tiro por la culata a la cruzada contra la corrupción del Presidente, y se aprestó a encerrarlo de vuelta.

En mi opinión, el escándalo de Lozoya debió suscitar mayor indignación que la boda de un ex funcionario público. Ahora solo cabe esperar que Lozoya cumpla su condena.

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