El Juglar de la Red

Por Rafael Cano Franco.

Hoy los albañiles visten verde olivo

La historia del Ejército Mexicano es rica en anécdotas y acciones que dignifican su presencia, construido como una milicia para la paz, durante muchos años la presencia de los soldados significó ayuda humanitaria, atención a zonas de desastres naturales, servicios médicos y alimentos para ciudadanos en desgracia.

El llamado “Plan Cóndor”, los sacó de sus cuarteles y los llevó a combatir la siembra de estupefacientes en las zonas más agrestes de México.

El Ejército cumplió. Porque siempre cumple.

Pero al mismo tiempo se empezó a contaminar y los escándalos brotaron: mandos comprados por el crimen organizado; contubernio para controlar zonas de trasiego, protección a ciertos grupos y persecución a las bandas rivales; sin embargo, al interior siempre existió un contrapeso que le permitió solventar con cierta dignidad todos esos escándalos, castigar con la Ley Militar a los trasgresores y seguir operando con el mismo respeto de los ciudadanos.

Vino luego, una presencia mucho más fuerte en la estrategia para combatir a los cárteles de las drogas. Con su poder de fuego, una disciplina férrea, el accionar conjunto y con los elementos disponibles para atacar en las serranías de México, ahí donde no llegan las policías federales, estatales o municipales, su trabajo se volvió esencial para combatir a los barones de las drogas.

No estuvo exento de corrupción, institución humana al final de cuentas, los “cañonazos” de 50 mil pesos –como decía Álvaro Obregón—alcanzaron a sus mandos medios, pero el cuerpo de élite y la tropa siguió avanzando y dando resultados.

Dentro del Ejército Mexicano, había un honor y un amor a México que era manifiesto; Generales, Coroneles, Capitanes que hacían su trabajo con inteligencia y sin esperar el menor reconocimiento, les bastaba con saber que habían servido a su patria.

Cuando el Ejército, fue inmiscuido mucho más en la lucha frontal contra el narcotráfico, empezó a tener presencia en las calles de las zonas urbanas, sus resultados no fueron los mejores, pero de alguna manera contribuyeron a generar la percepción de que se estaba haciendo combatiendo a los cárteles de la droga.

Su presencia fue considerada una “militarización del país” y una parte de la izquierda, la misma que ahora está en Morena encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, pidieron que el Ejército y sus soldados regresaran a los cuarteles, que ahí permanecieran y dejaran las labores de patrullaje, inteligencia e intercepción de drogas a las corporaciones policiacas.

Una vez que la 4T llegó al poder, el Ejército Mexicano empezó a tener otra importancia: primero fue usado para contener olas de migrantes de Centroamérica, luego sus mandos en retiro los reactivaron para acciones de liderazgo de corporaciones municipales; una buena parte de su tropa engrosó las filas de la recién creada Guardia Nacional y su presencia en las calles se hizo más visibles, pero no por las acciones correctas.

México suma más de 80 mil asesinatos dolosos, los cárteles de la droga se han especializado y vigilan con celo su territorio, hay cuando menos 12 que se disputan territorios en el norte de México, algunos están disminuidos, pero otros se han convertido en una fuerza que reta al estado.

Pero el Ejército parece que no los combate.

Ahora nuestros soldados y militares asumieron un nuevo rol: se convirtieron en constructores y los soldados en los albañiles que edifican las grandes obras que promociona el gobierno federal.

Están en el aeropuerto de Santa Lucía; en el Tren Maya, en la refinería de “Dos Bocas”, en los grandes proyectos de infraestructura. Son ahora los edificadores de la 4T y eso le dejó dinero al Ejército y a sus altos mandos, pero le costó prestigio y honor a la tropa.

Hemos visto imágenes de soldados humillados por criminales, salir corriendo de poblaciones a donde llegan los sicarios de los cárteles de las drogas y ser despedidos con burlas por parte de los ciudadanos.

El Ejército tiene “guardaditos” millonarios en el Fondo Militar, eso no se los tocaron; pero instituciones como el INE, el INAI, IFT, han sido vilipendiados por el régimen. Los altos mandos militares, están conformes y contentos, se sienten consentidos del régimen y actúan con complicidad, no con lealtad ni honor.

La consigna del gobierno federal en turno, no es novedosa, de hecho, proviene de Don Porfirio Díaz, quien para acallar a sus críticos o a quienes le podían generar un contrapeso gustaba de expresar la frase: “perro con hueso en el hocico, ni muerde ni ladra”. Hoy la élite militar de México está cooptada, alienada a un gobierno que los utiliza y sus uniformes se desgastan en las obras no en la faena de preservar la patria, el honor y la gloria.

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