En México vivimos una grave polarización
Por: Oscar J. Amaya Ibarra.
Analista
La grave polarización que está viviendo el País, nos está llevando a un enfrentamiento estéril entre mexicanos, existen dos grandes grupos extremistas que se enfrentan entre sí, unos porque siguen, son afines y defienden con todo, a la corriente que gobierna al País y, otros, porque están totalmente en contra, que no necesariamente están a favor del pasado ni mucho menos, son mexicanos que al igual que los primeros, luchan todos los días por salir adelante, ambos grupos y cada uno con su particular manera de pensar, son totalmente radicales y no hay manera de encontrar el punto medio.
A quienes están a favor del gobierno de la cuarta transformación, les llaman chairos (“persona que defiende causas sociales y políticas en contra de las ideologías de la derecha”). Esta corriente le viene como anillo al dedo a la llamada cuarta transformación, toda vez que se trata de electores que, sin ninguna duda, en las próximas elecciones votaran por ellos. Dentro de este grupo están una gran mayoría de adultos mayores, estudiantes, discapacitados y muchos otros mexicanos que de alguna manera están siendo beneficiados económicamente por el actual gobierno, con los llamados “programas sociales”.
A quienes están en contra de la cuarta transformación, para ellos no hay un adjetivo “oficial”, según yo, vamos a llamarles “antichairos”, aunque son muy parecidos a los llamados chairos, en cuanto a su radicalismo. Sin embargo, en este grupo, sus ideas no son de derecha ni mucho menos seguidores del llamado Prian, sino más bien, se trata de mexicanos que están en contra de todo lo que haga o deje de hacer la actual administración, pues consideran que ésta, no está cumpliendo con el cambio prometido. Ambas corrientes, comparten la misma característica, que es su radicalismo extremo. Para confirmar lo que aquí se escribe, basta visitar las distintas redes sociales y leer los calificativos, ofensas y recuerdos maternales, que se endilgan mutuamente.
Existe otro grupo, más o menos numeroso, que ni es chairo ni es antichairo. Se trata de un grupo muy heterogéneo, que se compone de mexicanos de diversas maneras de pensar, pero que no son ni de izquierda ni de derecha, generalmente son apartidistas. Estos critican al gobierno cuando consideran que sus acciones no van en la forma correcta, pero reconocen los aciertos, es decir, actúan de manera muy objetiva, pero son muy claros en sus críticas, que generalmente van acompañadas de datos y cifras obtenidas por fuentes dignas de crédito e incluso del mismo gobierno y de organismos autónomos. A la cuarta Transformación, este grupo no le gusta y los clasifica como conservadores o fifís.
Tanto el grupo de los conservadores o fifís, como el de los antichairos, son considerados como adversarios del régimen actual, partiendo de un axioma muy particular del mandatario, “quien no esté con él, está en su contra”. Afirmación por demás subjetiva, si tomamos en consideración que vivimos en una democracia que permitió que los mexicanos que coinciden con la cuarta transformación hayan llevado a AMLO al poder. Un gobierno que no reconoce que en una democracia existen corrientes que piensan diferente, y que considera a los críticos como sus enemigos, no es un gobierno democrático. La democracia es una forma de convivencia social, una simetría donde el hombre busca la igualdad y donde su meta es una sociedad más justa e integrada por hombres libres e iguales. Sin democracia no puede haber transformación. Para concluir, agrego una frase de Gilbert Keith Chesterson, escritor y periodista inglés de principios del siglo XX: “No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución”.