El Juglar de la Red

Por Rafael Cano Franco.

El único modo que le gusta: destruir la empresa

Durante casi todo lo que va de su mandato, el Presidente Andrés Manuel López Obrador culpó “al pasado” de lo que sucede en su periodo gubernamental y desde las filas de sus seguidores se le puso nombre y apellido al enemigo: “la mafia en el poder”, “el neoliberalismo”, “el PRIAN” o Felipe Calderón, eran los causantes y motivadores de las críticas en contra del accionar de la 4T.

Y todos los días, desde la conferencia de prensa “mañanera”, el Presidente machucaba duro y seguido en contra de esos jinetes apocalípticos que no lo dejan gobernar y le cuestionaban decisiones, le señalaban errores y festinaban sus desaciertos.

Pero como suele suceder ese discurso se agotó y dejó de ser convincente; las encuestas empezaron a mostrar que los ciudadanos empezaron a notar había un mucho de mitomanía en López Obrador y que buena parte de los problemas del país eran reflejo de un gobierno desatinado, desordenado, muy apegado a las ocurrencias o caprichos del líder, que estábamos ante la figura de un intolerante que no acepta yerros y reparte a otros sus propias culpas.

Y entonces llegó el Covid-19 a México; era la gran oportunidad para mostrar su liderazgo, su capacidad organizativa y su visión de largo plazo, parecía que aquello realmente le venía “como anillo al dedo”, pero sucedió lo contrario o mejor dicho, nos mostró más de lo mismo: su poca visión, lo mal preparado que estaba su gobierno para atender la pandemia y salió a relucir ese gusto tan especial que tiene el Presidente por sacudirse responsabilidades y justificar los desaciertos señalando la existencia de una gran conspiración en su contra, un complot donde todos los enemigos de México –es decir, sus detractores—se confabularon para volver a lapidar su gestión gubernamental.

En primer orden estaban los grupos empresariales organizados y del otro lado los medios de comunicación, con un único caso excepcional: Ricardo Salinas Pliego, a quien ni como empresario, ni como dueño de TV Azteca osa cuestionar.

El caso es que en medio de la pandemia cuando muchas empresas, particularmente Mipymes, debieron cerrar y con ello enfrentar la posibilidad de no volver a abrir por insolvencia financiera de sus propietarios, generando desempleo y caos en la economía, la respuesta de López Obrador a las peticiones de ayuda fue ignorarlas, volteó para otro lado y optó por blindar sus proyectos faraónicos y dejó al resto con el clásico “sálvese quien pueda”.

No hubo poder humano que lo convenciera de la necesidad de establecer programas de apoyo financiados con el dinero del presupuesto para rescatar esas empresas y con ello salvaguardar el empleo.

Ante la negativa presidencial de “echar un salvavidas” a las empresas, se buscó una solución por otro lado y los empresarios  del Consejo Mexicano de Negocios lograron que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), aprobara otorgar créditos por 12 mil millones de dólares para las Mipymes; era tan bueno el acuerdo que la Secretaría de Economía del gabinete de López Obrador, Graciela Márquez lo difundió como un gran logro, incluso señaló que el acuerdo tenía el aval de la Secretaría de Hacienda; igual el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, aplaudió y la consideró una excelente gestión por ello se lanzó a felicitar a los participantes de tan importante acuerdo.

Pero resulta que al Presidente López Obrador “no le gustaron los modos”, porque no estaba de “florero” para ser ignorado, de ahí derivó la  amenaza con vetar el acuerdo, ordenando a la Secretaría de Hacienda a no dar su aval.

Hay que decirlo el dinero del BID no es del erario público de México, tampoco es un crédito a fondo perdido, no se trata de contratar deuda; se trata de un acuerdo entre particulares para apoyar a particulares; el gobierno mexicano nunca fue ignorado desde el momento que la Secretaría de Economía fue parte activa y gestora del aval de Hacienda.

Pero al presidente López Obrador al parecer solamente le convencen sus modos, pero desgracia está demostrado que esto solamente nos llevan al fracaso.

De su otro enemigo: los medios de comunicación y las críticas que ejercen a su gobierno, luego hablamos porque merecen ser tema aparte.

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