Por Rafael Cano Franco

 

El gobierno de la 4T festejó como un gran logro para México la firma del T-MEC, el nuevo tratado comercial de México con Estados Unidos y Canadá; el jefe de la negociación por nuestra parte, Marcelo Ebrard, aseguró: “no salimos perjudicados”, dando a entender que nada vergonzante contenía el nuevo documento; ya con la felicidad manifiesta del Ejecutivo, el Senado de la República, que opera como Oficialía de Partes, de inmediato también procedió a su aprobación festinando el gran logro obtenido por nuestro país.

Desde la perspectiva oficial y del oficialismo, el T-MEC era un mejor documento que aquel firmado por Carlos Salinas de Gortari y garantizaba que la soberanía de México estaba a buen resguardo.

El problema es que los encargados de analizar el nuevo documento no lo leyeron y nunca supieron lo que en realidad estaban firmando, ni José Antonio Seade Kuri, el encargado de la revisión de los “puntos finos” del tratado, ni los coordinadores parlamentarios de Morena, ni los senadores que vía “fast track” lo aprobaron se dieron cuenta de lo que ahí se decía.

El T-MEC no es un documento firmado entre iguales, más bien es un listado de condicionantes que el gobierno de Estados Unidos impone a México para la práctica comercial, las nuevas reglas son leoninamente benéficas para USA y lesivas para nuestro país.

El T-MEC “amarra” a México a una relación comercial con Estados Unidos y nos impide buscar ampliar nuestros horizontes mercantiles al negar la posibilidad de que podamos establecer un tratado con la economía más importante del mundo: la China.

En el nuevo tratado firmado por la 4T con una gran premura y sin el rigor de revisarlo a profundidad, estamos aceptando la creación de un comité con supervisores labores de Estados Unidos que van a verificar se cumplan los acuerdos en México, un punto donde se violenta la soberanía nacional, pero que además es un acto vergonzoso que nos deja a la siempre subjetiva inspección de extranjeros.

Ante esta situación, el gobierno de México no tuvo más que reconocer la pifia y aceptar que Estados Unidos “metió un gol” al incluir ese punto y que la delegación de México así los coordinadores parlamentarios de Morena, simplemente no se dieron cuenta de tal situación derivado de que no leyeron el adendum.

Pero no es lo único perjudicial: también se aceptó que Estados Unidos pueda sancionar a México por presunciones en materia ambiental y se concedió se apliquen verificaciones aduaneras en contra de productos agrícolas mexicanos.

El T-MEC faculta al gobierno de Estados Unidos para imponer sanciones arancelarias al momento que le plazca; igualmente se establece que puede cerrar la frontera a productos y empresas que violen el acuerdo.

Uno de los más afectados es el sector automotriz, pues se establece una cuota de 40 por ciento de fabricación de vehículos ligeros y pesados en las regiones, pero además se obliga a las empresas a pagar a sus obreros 16 dólares por hora de trabajo (300 pesos por hora) –tres veces de lo que gana el trabajador en México–, pareciera que ese es un gran beneficio para los trabajadores mexicanos, en realidad es una limitante para que nuevas empresas automotrices se instalen en México, toda vez que los altos sueldos a pagar nos sacan de la competitividad y con ello se protege la planta laboral de Estados Unidos pero se perjudica la economía de nuestro país.

El sector automotriz también se obliga a que el 70 por ciento del acero a utilizar en la fabricación de vehículos sea producido en cualquiera de los tres países firmantes del T-MEC, con ello se le cierra el mercado al acero proveniente de China que resulta más barato.

El subsecretario José Antonio Seade ha dicho que México no aceptará algunos de los puntos planteados en el nuevo tratado porque son lesivos y vulneran la soberanía de nuestro país; eso solamente indica que no se leyó lo firmado.

De momento estamos “amarrados” a un T-MEC que en nada nos favorece y nos deja a la merced de Estados Unidos y sus presunciones en materia ambiental y laboral; de no revertir lo ya acordado estaremos sujetos a aguantar una década con ese tratado porque se revisará hasta el 2029.

Esta es otra de las “grandes negociaciones” encabezadas por el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard y que en contraste de la versión oficial terminan perjudicando a México y dándole a Estados Unidos todo lo que pide.

 

Rafael Cano Franco.

Presidente del Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.

Reportero y Conductor de noticias

 

 

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