El replaqueo como intercambio coactivo

Por Gilberto Miranda Chávez.

Analista

Este año, el gobierno del Estado decretó que debía realizarse un replaqueo, es decir, un cambio de placas para todos los automóviles que circulan legalmente en Chihuahua. Los precios del replaqueo, determinados en unidades monetarias, son absolutamente intrascendentes para este análisis, lo fundamental no es la cantidad pagada sino es dejar al descubierto la naturaleza coactiva del gobierno.

Primero, analicemos: ¿Qué es un precio? Un precio es un registro histórico de intercambios voluntarios entre oferentes y demandantes, quienes realizan valoraciones subjetivas y desiguales de los bienes, y las expresan en unidades monetarias. Entonces, esta definición nos servirá para entender que todos los intercambios con el gobierno son absolutamente coercitivos y, además, compulsivos.

Segundo, piense usted en la enorme cantidad de precios que tiene en su cabeza, debido a todas las compras y ventas que ha realizado a lo largo de su vida. Todas esas cantidades son registros históricos de cientos, miles y millones de intercambios realizados segundo a segundo en la sociedad por los compradores y los vendedores, y esos intercambios son siempre voluntarios debido a que las dos partes negociadoras están dispuestas a comprar y vender, respectivamente, porque consideran que, al realizar ese intercambio de forma voluntaria, ambos, mejorarán su calidad de vida.

Tercero, tenga en cuenta que, para mejorar la calidad de vida de los compradores y los vendedores, ambos deben estar dispuestos a intercambiar voluntariamente lo que poseen; por lo tanto, ambos valoran menos lo que tienen, pero valoran más lo que necesitan. Y de esas valoraciones internas, que están en las mentes del comprador y del vendedor, surge finalmente un precio que es el resultado de la interacción social entre dos personas que voluntariamente se benefician.

Después de este breve y sencillo análisis, preguntémonos si los precios del replaqueo surgieron de intercambios voluntarios: ¿Los ciudadanos realizamos voluntariamente el replaqueo con el gobierno? ¡No! Ahora, si ambas partes de una negociación, comprador y vendedor están dispuestas a negociar para determinar un precio de forma voluntaria, ¿Los ciudadanos negociamos con el gobierno para determinar cuánto queríamos pagar voluntariamente? ¡No! Finalmente, si los ciudadanos compramos productos y servicios en la medida en la que los necesitamos y dejamos de comprarlos cuando dejamos de necesitarlos, ¿Los ciudadanos necesitábamos comprar placas? ¡No! Es evidente, entonces, que queda totalmente al descubierto, como ha sido siempre, la naturaleza coactiva y compulsiva del gobierno. Como primera medida, nos obligan a pagar por algo que los ciudadanos no necesitamos; como segunda medida, nos obligan a pagar un precio que los ciudadanos no estamos dispuestos a pagar; como tercera medida, nos obligan a pagar una cantidad por la que no negociamos; y como medida extraordinaria, si no estamos dispuestos a realizar la compra de las placas, nos imponen una multa. Esa es la naturaleza coactiva y compulsiva de la política.

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