El Juglar de la Red

Por Rafael Cano Franco.

El mal humor del Presidente

La primera semana de junio, fue de gatos negros para el presidente Andrés Manuel López Obrador y eso se reflejó en un mal humor, que lo acompañó durante sus eventos y que lo llevó a plantearle a los mexicanos posiciones deterministas como esa de que: “estás conmigo o estás contra mí”.

Todo empezó en los últimos de mayo, cuando en más de 70 ciudades de México ciudadanos salieron a las calles para desde sus vehículos pedir la renuncia de López Obrador; aunque desde las áreas operativas de la imagen del Presidente se trató de minimizar el impacto de la marcha y trataron de ridiculizarla en redes sociales.

El propio López Obrador, le dio sentido y potencializó el efecto de la manifestación en su contra, cuando grabó un mensaje para decirle a todos esos protestantes motorizados que “no coman ansias, cuando no me quieran me voy a ir”.

En esas estaba cuando aparecieron las encuestas y tampoco traían buenas noticias para el presidente López Obrador.

Tres casas encuestadoras, dieron a conocer sus mediciones de aprobación gubernamental de mayo, en ninguna de ellas había números alentadores, todas indicaron que López Obrador tuvo una caída que oscilaba entre los 22 y los 26 puntos; su nivel de aprobación ciudadano llegó al 44 por ciento y eso fue un detonante para que se retomaran las giras presidenciales.

Empezó por el sureste del país, con la inauguración del primer tramo del Tren Maya, pero el evento fue deslucido, muy mal preparado y con una escenografía de enorme pobreza y sin mostrar la grandeza que presumen en dicha obra; pero lo peor fueron los abucheos en su tierra natal, Macuspana; los bloqueos en Mérida donde no lo querían como visitante y las manifestaciones de madres de familia con las que lo recibieron en Veracruz, las cuales ignoró.

Y mientras el presidente rompía los protocolos sanitarios que su gobierno plantea a los ciudadanos como medida de protección ante la pandemia de coronavirus, las cifras de muertos por la enfermedad llegaron ser de más de mil en una jornada y el número de personas contagiadas llegó a los 300 mil sin que la curve termine por estar aplanada.

A pesar de los números de muertos que siguen aumentando y de los contagiados que no paran, el Presidente López Obrador declaró el 2 de junio que ya se había domado la pandemia, pero unas horas después, su propio subalterno, el doctor Hugo López-Gatell lo desmintió diciendo que estábamos en la etapa de más alto riesgo de contagio y recalculó el estimado de fallecidos que pasó de 30 mil a 35 mil personas que morirán por covid-19.

La opinión pública, crispada por un gobierno que no muestra capacidad, ni estrategia para combatir la pandemia, asustados ante la posibilidad de enfermar, pero también con el temor de perder su empleo al no existir apoyos gubernamentales para las empresas micro y pequeñas, culpan al presidente López Obrador de desmantelar el sistema de salud, despedir médicos, realizar reducciones presupuestales y todo ello a costa de la salud física y económica de los mexicanos.

Hasta ahí la semana ya era muy mala, pero vendría el error de cálculo político.

En el gobierno federal, estaban molestos con el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, un crítico constante de las decisiones centrales para atacar la pandemia; el gobernante de Jalisco también era una piedra en el zapato desde el momento que era la cabeza visible de un grupo de gobernadores que pugnaban por salirse del pacto federal.

Para escarmentarlo acudieron a un evento que en el pasado les dio buenos resultados: revivieron el asesinato de un joven albañil a manos de la policía municipal de un Ayuntamiento gobernador por el PRI, Ixtlahuacan de los Membrillos y achacaron al gobernador Alfaro la responsabilidad del crimen.

Al mejor estilo de Morena, se armaron protestas en Guadalajara, quemaron patrullas y policías, generaron destrozos, vandalizaron comercios, pero a diferencia de otras partes, la turba fue reprimida por la policía con toda la fuerza del gobierno y entre los detenidos se contaron agitadores profesionales de Yucatán, de Michoacán y le dieron a Enrique Alfaro los argumentos para acusar que todo era un plan orquestado desde los “sótanos del poder”.

Al mismo tiempo, en Tequila, Jalisco, un grupo de siete gobernadores –incluyendo al propio Alfaro—expresaron un “serénese Presidente” que fue acompañada con el respaldo político de un viejo aliado de AMLO, el fundador y voz cantante de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado que le dijo en una carta “Quien siembra vientos, recoge tempestades”.

El error de cálculo ante la reacción de Enrique Alfaro, lo único que logró fue darle forma a una oposición que no tenía un liderazgo visible y que ahora lo tiene; un rival que, al igual que López Obrador, tiene fuerza económica y convocatoria política.

El corolario de todo fue que al final, el propio Presidente de México debió recular en su postura de no endeudar al país; el 19 de mayo solicitó un préstamo de mil millones de dólares al Banco Mundial y se lo aprobaron el 31 de ese mes; la justificación oficial es que se pidió para reforzar el sector salud y apalancar empresas, pero hay quienes dicen que en realidad su destino es financiar las obras faraónicas y los programas sociales.

La mala semana que acaba de pasar el presidente López Obrador, no será la única de continuar con su polarización social, tendrá días peores si sigue con esas posturas maniqueas de “conmigo o contra mí”; mientras el presidente López Obrador insista en seguir en campaña en lugar de asumir la responsabilidad de gobernar, los días malos van a continuar y su mal humor se va a acrecentar reflejándose en el endurecimiento de sus posturas, eso lo llevará a ser odiado y rechazado.

Comentarios de Facebook

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies