Dos marchas, dos visiones distintas

Por Ethan Tejón Herrera.

Analista

México se encuentra sumido entre dos visiones distintas. El peligro de ubicarse en los extremos es perjudicial para la salud democrática del país.

Por un lado, se encuentra el movimiento encabezado por Morena y aliados, y por el otro se encuentra la oposición y los diversos sectores no afines que no comulgan con la ideología o con el esquema del movimiento que gobierna la máxima sede del poder político en México.

La marcha realizada para defender al INE, no fue solamente una congregación de ciudadanos en defensa de un pilar democrático.

Sino que además se trató de una especie de referendo en las calles, que sirvió de indicador para ayudar a medir el malestar en contra de la política pública del sexenio presente.

Hay focos rojos en Palacio, ya que la marcha no pasó desapercibida; sino todo lo contrario.

Así como en los Estados Unidos, donde el Departamento de Estado mostró preocupación por la reforma que cambiaría la estructura del INE.

Las declaraciones del vocero Vedant Patel, fueron vistas con preocupación por Palacio, por lo tanto, no es de sorprenderse que el Ejecutivo las tildara de “injerencismo”.

Incluso los diversos intelectuales afines al obradorismo como Gómez Bruera, reconocieron haber subestimado el alcance de la movilización.

Debo decir que no hay una cifra exacta de la cantidad de personas que acudieron a aquella marcha, algunas cifras hablan de unas 850,000 personas tan solo en la Ciudad de México.

Pero roza en lo provocativo que, a su vez, el presidente llamó a una congregación similar en defensa de su iniciativa de reforma electoral.

Misma que en mi opinión correspondería a un fuerte retroceso en materia electoral y democrática.

No obstante, se han apuntado a marchar con el presidente miles de los partidarios, simpatizantes y figuras políticas de Morena y aliados.

El poder de las marchas no ha pasado nunca desapercibido para la clase política, por lo tanto, el presidente busca afianzar su base electoral a través de una movilización totalmente partidista y no emanada de la misma ciudadanía.

Los contrastes entre ambas movilizaciones se pueden ver claramente.

En la marcha en defensa del INE, la misma ciudadanía sin ser movilizada por una sola estructura partidista, sino por un conjunto de diversos factores y tecnologías de la información acudió a expresarse.

Mientras que en la marcha que se contempla se realice el próximo domingo 27, es el Estado el principal impulsor y difusor de esta movilización.

La ciudadanía aquí no sería realmente el principal impulso de la contra marcha en vista de propulsar la reforma electoral.

Hay que mencionar que pasar de un INE aprobado en similitud con la aprobación del mandatario federal a un INEC visto con preocupación de ser parcial, es lo que miles de mexicanos expresaron en las calles.

El presidente al minimizar la preocupación de los ciudadanos, no solo se embarca en un peligroso juego de “estira y afloja” con la ciudadanía.

Sino que además parece no escuchar las exigencias de los diversos grupos que no pertenecen a su esfera política, y en este juego es donde los políticos tienen más que perder que de ganar.

No cabe la menor duda de que esta movilización ciudadana, corresponde a una prueba de fuego para la continuidad del Movimiento de Regeneración Nacional en el poder.

Desafiarla y no explorar las causas puede ser un detonante para que el electorado continúe expresando su inconformidad y continuar buscando otras alternativas políticas.

El presidente debe tender puentes y no confrontar, ya que podría perder aún más apoyo ciudadano y la inconformidad a su gestión continuará aumentando exponencialmente.

La ciudadanía parece clamar un alto a la confrontación y un llamado a la moderación.

Las elecciones intermedias en los Estados Unidos, pueden ser un referente para lo que podría pasar en las siguientes elecciones en nuestro país.

En las mismas la ciudadanía se alejó de los extremos, pero continúa viéndose con desconfianza.

Intentando volver al clima político antes de que Trump cambiará las reglas del juego, con un partido republicano post Trump entre la moderación y los extremos.

Volviendo a nuestro país, es urgente volver a la calma del ambiente político. De lo contrario la violencia verbal y electoral podría escalar a niveles no antes vistos.

Cosa que no debería ser vista como una exageración o ser minimizada.

Es crucial volver al respeto y dejar de vernos unos a otros como “adversarios”, la retórica incendiaria envenena día a día a la nación.

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