Esta semana se celebró el 213 aniversario del nacimiento del prócer de la patria Benito Juárez García; para conmemorarlo, en diversas regiones de nuestro país se develaron estatuas y bustos dedicados a tan apreciado personaje.

Destacó entre las esculturas una en particular: el “Benito Alien” de San Antonio, San Luis Potosí; una pequeña comunidad con poco más de 9 mil habitantes al norte de ese estado.

El mal logrado busto generó burlas y memes en redes sociales, comparando sus grandes ojos con los de un alien sacado de una película de ciencia ficción. La chusca situación no tendría mayor relevancia de no ser porque en el sexenio morenista la iconografía como el discurso oficial, apelan al “juarismo” como eje rector de las políticas gubernamentales.

¿Por qué Benito Juárez le resulta útil a Andrés Manuel?

La figura del héroe nacional se ha mitificado con el tiempo, aunque es innegable que tuvo una vida extraordinaria. Tan cierto es, que también fue una persona igual que todos nosotros. En la revisión histórica, es importante entender los claroscuros de los personajes para llegar a verdades más amplias, considerando sus contextos, sus fortalezas y sus debilidades.

Juárez, abogado y político mexicano, es reconocido porque condujo al país hacia un proyecto de nación basado en el espíritu liberal de la época, sembrando la semilla de un Estado de Derecho, que aún hoy está vigente.

El oaxaqueño demostró su tenacidad y resistencia ante una ocupación extranjera promovida por Napoleón III y apoyada en un principio por algunos conservadores. El triunfo de la República “juarista” sobre el Imperio francés permitió sentar las bases del “Estado Nacional, federal y laico” (INEHRM, 2017).

Dentro de otras fortalezas, también encontramos su impulso al laicismo, la lucha férrea por lograr la separación de poderes entre la Iglesia y el Estado así como la aclamada promulgación de las Leyes de Reforma.

En cuanto a las debilidades, podemos señalar su constante cercanía con los intereses norteamericanos, y su política de quitarle bienes a las “manos muertas” (indígenas e Iglesia) con el fin de obtener ingresos públicos.

Es el mismo Juárez, quien logró quitarle sus tierras a los más desprotegidos para luego venderlas a unos cuantos, éstos más tarde formaron los grandes latifundios y haciendas, consumando así el abuso y sometimiento de los más débiles ante el gobierno y la burguesía de la época.

El prócer de la nación, también fue un gran promotor de la protección gubernamental a la inversión extranjera y del otorgamiento de concesiones extranjeras para explotar “la riqueza pública”. Situación que devendría en la explotación extranjera de los recursos en el porfiriato.

El seguimiento a la trayectoria presidencial de Juárez, sugiere que al oaxaqueño también podemos señalarlo como el segundo dictador de la historia de nuestro país, después de Santa Anna y antecediendo a Porfirio Díaz. Esa calificación puede confirmarse cuando observamos que este político zapoteca gobernó México cuatro veces entre los años de 1858 a 1872; año, este último, cuando murió víctima de una angina de pecho.

En ese mismo año, Porfirio Díaz proclamó el Plan de la Noria, buscando contener el afán reeleccionista de nuestro héroe en cuestión, no obstante, como ya se mencionó éste falleció y la rebelión debió postergarse bajo el nombre de Plan de Tuxtepec, combatiendo a Sebastián Lerdo de Tejada.

Fue el propio Díaz quien más tarde se ocupó de exaltar las bondades de Benito Juárez encabezando los festejos del centenario de su natalicio en 1906. La figura entorno al oaxaqueño fue utilizada por Díaz “como -un- símbolo de cohesión” (Díaz Escoto, 2008).

El 15 de octubre de 1909 a su llegada a Ciudad Juárez para la entrevista con su homólogo norteamericano, Díaz acudió a la ceremonia oficial de instalación de la primera piedra del monumento a Benito Juárez, el orador principal fue el Ing. Rómulo Escobar Zerman.

En nuestro contexto, en pleno siglo XXI, y a más de 200 años de distancia, debemos ser más críticos respecto a los discursos nacionalistas. Sirva esta reflexión para evaluar la construcción de mitos históricos alrededor de figuras cuasi santificadas al calor de las ambiciones políticas de unos cuantos.

 

 

Carlos Iván González Ibarra.

Periodista e Historiador

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