¡Atento Mexicano!

Por José Eduardo Limón Camacho.

Analista

En estos tiempos de agitadas y constantes convulsiones políticas que tienden a polarizar a la sociedad, resulta prácticamente obligatorio recurrir a las lecciones que la historia nos brinda para poder enfrentar a los enemigos que constantemente acechan a nuestra patria.

Sí así acudimos, prontamente caeremos en cuenta que aunque los siglos hayan pasado y las tecnologías nos ofrezcan un estilo de vida totalmente distinto, la naturaleza humana no cambia y así como en aquellos tiempos existían tiranos, déspotas y hombres hambrientos de poder; así también ahora nos encontramos dominados por sus delirios.

MALO  se cree demencialmente un personaje único en la historia de la humanidad; sin embargo, sus ideas y sus formas obedecen a técnicas que ya han sido utilizadas por diferentes déspotas. Se cree muy original realizando una consulta popular para llevar a juicio a los expresidentes, pero en países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, bajo la ficción ‘‘democrática’’, reiteradamente se ha convocado a la población para consultarle si se debe hacer justicia, si quita o se pone tal ley, si se suben o bajan los impuestos o si se quedan un par de años más en el poder.

De esta manera, los dictadores y déspotas van diluyendo las funciones de las instituciones y poderes que conforman el Estado, para así concentrar todo el poder en el Ejecutivo Nacional; bajo esta lógica, ya no es necesario un Poder Judicial ni Legislativo, puesto que “el pueblo bueno y sabio” puede suplir esas funciones, acudiendo a votar si quiere justicia, obra pública, impuestos, escuelas, leyes y demás ocurrencias presidenciales.

Para lograr esto, se requiere sentar ciertas bases sociales que faciliten la hegemonía del régimen, es aquí donde más lecciones históricas vienen al caso, pues ante todo nos preguntamos ¿cómo es posible que personajes como Stalin, Mao Tse-Tung, Fidel Castro y Hugo Chávez, reconocidos por su métodos asesinos y corruptores de la dignidad humana, sólo hayan sido vencidos con la muerte?

Una de las respuestas que nos encontramos en ese análisis histórico es que el motor del socialismo es la discordia. Así es; por medio de la división social entre ricos, clase medieros y pobres, entre patrones y empleados, e incluso, entre el hombre y la mujer, la izquierda logra instaurar un espíritu de constante rivalidad en la que el Estado finge apoyar al sector más vulnerable para luego obtener su apoyo incondicional.

De ahí que MALO, desde su espectáculo matutino, no deja de arremeter en contra de aquellos que le permitan posicionarse como una especie de salvador; por esa misma razón, y sin ningún recato, desvía enormes cantidades de dinero en programas sociales, fomentando la equívoca idea de que se saldrá de la pobreza quitándole el dinero a la clase media y entregándolo directamente en las puertas de los grupos vulnerables.

No sólo en temas monetarios se promueve la discordia, también en el ámbito académico: recordemos cómo después de las elecciones del 6 de junio, el señor del palacio condenó a esa clase estudiosa que a base de esfuerzos y sacrificios ha logrado obtener un título universitario, emulando también en esto a los tiranos de la internacional de la muerte, pues en tales regímenes no convienen los críticos y sólo se esperan súbditos que reciban de ellos el juicio de las cosas.

De la misma forma se emprenden obras faraónicas con el único propósito de perpetuar su nombre, sin importar el costo y el sacrificio económico y humano que se requiera; y qué decir de la paranoia que les hace ver conspiraciones en cualquier susurro y sentirse traicionados cuando no se cumplen sus delirios.

“Nada nuevo bajo el sol” reza el refrán popular. MALO no es un personaje que haga las cosas al azar o por coincidencias, cada paso está bien calculado y cada palabra ha sido seleccionada con cautela; su programa es tan viejo que, al igual que Stalin, lucra con la pobreza y genera más pobreza; de la misma forma que Chávez, organiza la rifa del avión presidencial y dicta leyes para expropiar propiedades; siguiendo el ejemplo de  Castro, delega al ejército todas las funciones administrativas posibles. ¿Qué salvará a nuestro País? Usemos el mismo método de análisis histórico y preguntémosle a los húngaros y polacos, ellos ya vencieron al imperio rojo;  o escuchemos a los millones de venezolanos que huyen de su tierra y no olvidemos el grito reciente del cubano pidiendo libertad.

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