¡Acá No Se Rinde Nadie!

Por José Eduardo Limón Camacho.

Analista

Y sí, se aprobó el aborto en Argentina, bajo el eufemismo de: ‘Interrupción Voluntaria del Embarazo’, después de varias y reiteradas embestidas, los promotores de la cultura de la muerte, lograron imponerse ideológica y pecuniariamente en la Cámara de Senadores.

En automático, en Argentina y en el resto de América, la marea verde pretendió posicionarse en los medios de comunicación, para hacernos creer que una inmensidad de mujeres respaldaba la ley del aborto; festejaban y vitoreaba, mientras la causa provida, se retiraba a sus moradas, con sus familiares y se preguntaba ¿qué fue lo que pasó?, el desconcierto y un ligero sentimiento de fracaso silencioso por un instante a los hogares provida.

La Senadora argentina Silvia Elías de Pérez, compartió en aquel momento un mensaje a los defensores de la vida, en el que decía: ‘‘Anoche fue muy duro, entendí tanto a Jesús en el Huerto de los Olivos, ver que nos abandonaban los que eran ‘‘amigos’’; las abstenciones de último momento me partieron el corazón…’’ y podríamos afirmar, que ese era el sentimiento que tenían todos los argentinos y defensores de los niños por nacer.

Si bien, la causa abortista tiene una momentánea victoria en el posicionamiento del campo de batalla, lejos de ser una derrota aplastante, y en paralelismo a aquel silencio y abandono del Huerto, la causa provida comprendió que la victoria únicamente llega después de mucho batallar y que para triunfar hay que pasar, necesariamente, por los dolores del Calvario.

Con esa vehemencia, el reconocido politólogo Agustín Laje, publicó en sus redes sociales un mensaje que al poco tiempo ya era viral en toda América: ‘‘Nada termina, sólo cambia el escenario, la estrategia y la forma del combate. Seguiremos defendiendo la vida, combatiendo la cultura y el negocio de la muerte, y militando contra los políticos traidores que se vendieron a una agenda que no tenía absolutamente nada que ver con la inmensa mayoría del pueblo argentino. En 2021 habrá que votar bien; muchos de ellos querrán renovar banca. Acá no se rinde nadie. Un genocidio legal, no deja de ser un genocidio. Y lo vamos a combatir.’’

Hay que destacar, una encuesta realizada entre el 20 y el 24 de diciembre en veintitrés provincias por la Cátedra de Sociología de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta), reveló que el 92% de los argentinos, consideran que la legalización del aborto no es un tema de urgencia en la Salud Pública, en tanto el 93% está en contra del proyecto de ley de la “Interrupción Voluntaria del Embarazo” (IVE), sólo el 6% a favor y el 1% no sabe.

La guerra en la imposición del aborto, no ha terminado porque, aunque es ley, ahora vendrá el verdadero combate y ahí el Estado y los pañuelos verdes se enfrentaran a la realidad social y se darán cuenta, que por más que se compren voluntades en el Congreso, la sociedad argentina no va a doblegarse y traicionar la vida de los niños por nacer.

Pero lo ocurrido en tierras andinas, debe de conducirnos a un análisis serio y responsable de lo que hemos hecho hasta ahora; como un caballo de troya y en un año pandémico, el presidente Fernández impulsó la ley del aborto y por el resultado obtenido, la conclusión matemática es que la causa provida tiene que empezar a hacer números y postular a sus propios legisladores.

Ahí se ubica, la estocada que permitió este descalabro, porque, por más valientes y heroicas que sean las acciones que emprendamos en defensa de la vida, en un sistema que se rige por las matemáticas y no por la razón, el trabajo final debe de concretarse en impulsar a hombres y mujeres, que desde los puestos públicos defiendan a aquellos que no tienen voz para hacerlo.

No hay de otra, o participamos y hacemos política, o nos veremos en la penosa situación de llorar nuestra propia condenación y seremos cómplices por omisión del genocidio de millones de niños, que terminaran en una bolsa negra de alguna clínica abortiva.

Acá nadie se rinde y por más adversa que se vea la batalla, estamos a punto de iniciar el verdadero combate. De nosotros depende.

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