El Juglar de la Red 

Por Rafael Cano Franco.

A propósito del 8M

Es muy positivo que las mujeres salgan a la calle, se manifiesten y busquen espacios para mostrar sus consignas y buscar aliados o aliadas para que sus demandas puedan convertirse en una realidad; si lo hacen con energía, pero pacíficamente es mucho más loable y se les reconoce.

Pero también, se deben establecer parámetros y precisar que en no pocas ocasiones la lucha feminista, ha degenerado en acciones que tuercen las justas demandas de equidad, de oportunidades, de salarios iguales, de seguridad en todos los ámbitos y lo que es una causa que debe apoyarse se pervierte cuando se convierte en una lucha de géneros.

En no pocas ocasiones, los grupos ultras del feminismo son tan caníbales que atacan a las mujeres y a los hombres que acuden a las marchas para apoyarlas. Eso solamente radicaliza y polariza situaciones, porque más allá de género, la lucha de las mujeres también debe ser compartida por los hombres, no porque lo necesiten, pero sí por solidaridad de géneros.

Entiendo que el feminismo no se trata de odiar a los hombres, de pisotearlos y agredirlos; tampoco creer o ser mejor que los del sexo masculino, esto caería en un absurdo pues a final de cuentas las mujeres se estarían igualando con aquello que tanto luchan, el machismo.

Tan negativo es el machismo, que está arraigado en nuestra sociedad, como el ultra

feminismo que ve en el sexo opuesto un enemigo natural, aunque verlo de esa manera es antinatural.

El feminismo, tampoco puede circunscribirse a intentar ser como el hombre, pues eso implicaría un rechazo a la esencia del propio género femenino y es un contrasentido pues no se puede ser feminista y al mismo tiempo aspirar a ser como la contraparte.

Si las mujeres o las feministas buscan ser iguales a los hombres, van en detrimento de su propia naturaleza porque está en la naturaleza de ambos la existencia de diferencias.

Existen condiciones que diferencian a hombres y mujeres en lo biológico, lo neurológico, psicológicamente y hasta en el desarrollo intelectual, las mujeres en cuestión de inteligencia y madurez alcanzan un potencial superior al de los hombres en etapas más tempranas de la vida.

El feminismo, no puede buscar igualar a mujeres con hombres; pero lo que sí puede pelear es que se reconozca que ambos géneros tienen el mismo valor; que ellas y ellos valgan lo mismo es muy diferente a ser iguales.

Ambos tienen la misma dignidad como personas; tienen deseos y aspiraciones que no pueden truncarse por estereotipos, ideas preconcebidas o por cuestiones ideológicas como el ultra feminismo, la misoginia, la androginia o el machismo.

Si el feminismo busca la libertad de las mujeres, para tener el mismo valor y los mismos derechos que los varones, entonces hay una causa justa que merece el apoyo social.

Ahora, también debe establecerse que el empoderamiento de la mujer no se debe limitar a copiar al hombre, en lo bueno o en lo malo, tampoco se trata de competir contra él porque entonces se rebaja al nivel del género masculino, el empoderamiento se debe fundamentar en las virtudes que acompañan a las mujeres y hacerlas valer como un ente social con valores específicos y que no están presentes en el otro género.

Ser feminista tampoco es pintarse el pelo o el vello axilar de verde, ni siquiera salir a generar violencia en las calles: de acuerdo a las auténticas feministas de lo que se trata es de ir contra la violencia en todos los sentidos, en señalar todo aquello que afecta a la mujer por el solo hecho de ser mujer.

Tampoco se trata de modificar un idioma, de cambiar una letra por otra y con eso parecer “cool” o estar a la moda.

El auténtico feminismo, se preocupa por hacer que las mujeres salgan adelante a diario, en luchar por equidad de género y en manifestar un apoyo permanente a todas aquellas mujeres que son violentadas y no solamente a las que piensan o comparten posturas ideológicas similares a las de las dirigentes ultra.

Las feministas también se equivocan cuando pretenden establecer sus propios cánones.

Una mujer puede ser delicada, sexy, romántica si así lo desea ella, porque de lo que se trata es de que la mujer sea libre de ser como quiera ser.

Ahora, el machismo y la misoginia son reales, eso ni se omite ni se pone en duda, por eso se debe luchar para erradicarlos, pero es menester aceptar que no solamente provienen de los hombres, también las propias mujeres lo ejercen y he aquí la paradoja, muchos de los grupos ultra feministas, con su radicalismo, son las que más niegan el valor de la mujer y lo reducen a una simple igualdad con el hombre.

La mujer puede ser sexy o recatada, ser muy femenina o poco femenina, puede ser ama de casa o profesionista; participar en la política, los deportes, las artes, puede ser como guste, porque de lo que se trata es de que sea libre y que no permita que perviertan su valor, que no sea un objeto y se le valore como sujeto que aporta al desarrollo social en todos los órdenes.

La mujer puede ser como quiera, siempre que respete a los demás, y lo más importante, que se respete ella misma.

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