Ciudad de México, Agencia Reforma — Para algunos siete años es mucho tiempo, pero para los familiares de los normalistas de Ayotzinapa, que se abrazan y lloran antes de iniciar otra marcha, parecen nada.

“Cuando eres familiar de un desaparecido, día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto, segundo tras segundo, es el mismo dolor, es un día más del mismo dolor”, dice Mario César González, padre del normalista César González Hernández.

Siete años y a las madres y los padres de los normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre de 2014, no les queda más que seguir marchando.

A las 16:20 horas de ayer encabezaron una movilización que partió del Ángel de la Independencia y que en poco más de dos horas llegó al Zócalo capitalino.

No fue una caminata con varios miles de asistentes, como en el sexenio de Enrique Peña Nieto, pero sí acaso una de las más nutridas en la capital desde que el Covid-19 azotó al mundo.

En ella participaron, además de los familiares de los normalistas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Oficina en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH), así como estudiantes de otros estados, policías comunitarias de Guerrero y organizaciones civiles. “Lo mínimo que queremos es una respuesta de lo que sucedió”, exigieron mujeres de la Escuela Normal de Coahuila, que iban en un contingente de unas 70 integrantes de entre 18 y 22 años.

Para alumnos de la Escuela Normal Rural J Guadalupe Aguilera, en Durango, el Gobierno actual le está “dando vuelta al asunto, como los anteriores”.

“No han hecho lo más mínimo para resolver este caso porque no le conviene al Gobierno mostrar a la luz que ellos fueron los culpables de los hechos”, acusó el normalista Genaro Vázquez.

En el llamado “Antimonumento por los 43”, frente a la Torre del Caballito, los padres realizaron un pase de lista de sus hijos desaparecidos, y ahí se cambió la ruta habitual para avanzar por Avenida Hidalgo hacia el Zócalo.

En el camino, algunos jóvenes vestidos de negro realizaron pintas en mobiliario público, pero la presencia policiaca evitó actos vandálicos violentos.

“Con este Gobierno pareciera que el camino hacia la verdad era más claro y despejado, pero a medida que pasa el tiempo se vuelve más empinado, escarpado y lleno de espinas y piedras que intentan impedir que lleguemos a nuestro objetivo, que es saber el paradero de nuestros hijos”, indicó Hilda Hernández, madre del normalista César Manuel González Hernández, desde un templete instalado en la Plaza de la Constitución.

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