8 de Octubre de 2020

A punto de cumplir 25 años de que Mario Molina Pasquel recibiera en la Academia de Ciencias de Suecia el tercer Premio Nobel para un mexicano, el primero en el área científica, la tarde de ayer falleció en la Ciudad de México a consecuencia de un infarto. El hombre aficionado a la música, quien tocó en su infancia el violín, fue afecto a las novelas de piratas y tuvo sus primeros ensayos en un microscopio de juguete, dedicó la mayor parte de sus 77 años a estudiar el impacto de la actividad humana en el deterioro del medio ambiente.

Ganó el Premio Nobel de Química en 1995 junto a Sherwood Rowland, al establecer desde 1974 la relación de los compuestos de cloro y bromuro en la estratósfera y como consecuencia de ello, que se generara el agujero de ozono en el Polo Norte.

En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que ayer dio la noticia de su deceso, Mario Molina siempre se sintió en confianza. Por ello, en su más reciente visita en enero pasado, confió a los estudiantes que cuando el actual presidente Andrés Manuel López Obrador era jefe de Gobierno de la Ciudad de México, le planteó crear una universidad. “Yo le dije que no quería crearla y desgraciadamente lo hizo, y lo peor es que no se ha arrepentido de eso. Esa universidad es de chiste”.

Ese no fue el único desencuentro que el Nobel de Química mexicano tuvo con el actual mandatario, el otro tema por el que tuvieron diferencias fue el uso del cubrebocas. En agosto, en el marco de la reunión de los presidentes Donald Trump y López Obrador en Estados Unidos, el científico defendió el efecto del uso del cubrebocas para frenar la transmisión del nuevo coronavirus y pidió a los dos presidentes su uso como ejemplo para los ciudadanos.

“La ciencia nos dice lo que tenemos que hacer, pero desafortunadamente la política no. Es importantísimo que las gentes de alto nivel en el Gobierno usen cubrebocas para demostrárselo a la gente”, expresó en una charla virtual de El Colegio Nacional de México.

Según el propio centro que creó en nuestro país luego de recibir el Nobel, Molina fue un pionero y uno de los principales investigadores a nivel mundial de la química atmosférica.

En 1974 publicó el artículo que predecía el adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de ciertos gases industriales, los clorofluorocarbonos (CFC), que le mereció el Premio Nobel de Química.

Sus investigaciones y publicaciones sobre el tema condujeron al Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas, el primer tratado internacional que ha enfrentado con efectividad un problema ambiental de escala global y de origen antropogénico.

Molina y su grupo de investigación publicaron una serie de artículos entre 1976 y 1986 que identificaron las propiedades químicas de compuestos que juegan un papel esencial en la descomposición del ozono de la estratosfera.

Subsecuentemente demostraron en el laboratorio la existencia de una nueva clase de reacciones químicas que ocurren en la superficie de partículas de hielo, incluyendo aquellas que están presentes en la atmósfera. También propusieron y demostraron una nueva secuencia de reacciones catalíticas que explican la mayor parte de la destrucción del ozono en la estratosfera polar.

Después de recibir la noticia en 1995 de que había sido galardonado con el máximo reconocimiento para un científico, el Nobel, Mario Molina confió que lo primero que quiso hacer fue verificar si eso era cierto. Se sintió desconcertado y sorprendido.

Los otros dos mexicanos que han ganado este reconocimiento fueron Alfonso García Robles (1982) y Octavio Paz (1990).

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