Ciudad de México – El arqueólogo Fernando Cortés de Brasdefer, a quien el INAH busca sancionar por sus críticas al Tren Maya, promoverá acciones legales contra la institución y su director, Diego Prieto, por la difamación y las “represalias de Estado” de las que ha sido objeto.

Estas se añadirán a la denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos presentada en septiembre pasado por ciudadanos de Quintana Roo, entidad donde el arqueólogo trabaja como investigador en el Centro INAH.

Cortés de Brasdefer, autor de un texto en el que definió al Tren Maya como “la obra ambiental y cultural depredadora más grande de que se tenga noticia en los tiempos modernos”, fue acusado por el INAH de perjudicarlo con su escrito.

La institución promovió un acta administrativa contra el mayista y publicó, a nombre del Consejo de Arqueología, un comunicado que descalifica su trayectoria y que Cortés de Brasdefer considera una “represalia de Estado”.

Así lo indica la respuesta escrita del investigador a los señalamientos del Consejo de Arqueología, hecha pública recientemente.

“Lo que sus integrantes hicieron fue ejercer represalias de Estado en mi contra por develar determinadas afectaciones no permitidas en contra del patrimonio arqueológico de la nación y ejecutadas por el propio Gobierno Federal”, se lee.

En entrevista con Reforma, el arqueólogo abunda:

“Hubo difamación no solamente contra mí, sino también contra mis antecedentes familiares”.

Se refiere en particular a las declaraciones del director del INAH quien aseguró –de acuerdo con la revista Proceso– que Cortés de Brasdefer presume sangre azul y títulos nobiliarios.

Aunque el Instituto tiene en curso una demanda en contra del arqueólogo en Conciliación y Arbitraje, él prosigue adscrito al Centro INAH Quintana Roo. Sin embargo, su situación ha cambiado, reconoce.

“Después de 45 años de trabajo no soy una persona grata para las oficinas donde laboro. Y en el campo, los militares han ido al lugar donde trabajo, pero no me han localizado porque estoy en un lugar específico. No han ido a preguntar por mí, pero es obvio que están buscándome, por eso (se acudió) a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cualquier movimiento o acción del Estado mexicano contra mí, hago responsable a las autoridades del INAH”.

¿Considera que la presencia de los soldados en la zona arqueológica en la que usted trabaja es un acto de intimidación o ellos tienen que estar ahí por alguna razón?

No tienen nada que hacer ahí. Fueron a hacer preguntas relacionadas conmigo, sin pronunciar mi nombre.

Tragedias encadenadas

La tragedia cultural que Cortés de Brasdefer documentó por la construcción del Tren Maya tendrá consecuencias y propiciará tragedias en cadena, advirtió el arqueólogo.

Es trágico que los recursos destinados al proyecto ferroviario no se destinen a crear plazas para las y los profesionistas en arqueología, antropología o etnología, entre otras disciplinas, que trabajaron en él y culminadas sus labores quedaran sin empleo, dice.

Otra tragedia involucra a personal que ha sido agredido, incluso asesinado por robo de material de construcción o arrollado en los caminos, en el caso de los bandereros, además de los abusos contra los animales, por ejemplo, disparos a perros. Refiere también presencia de narcotraficantes.

“Es una relación inmensa de problemas antropológicos que deberían ser estudiados ahora mismo; cuando termine el tren ya vendrán otro tipo de problemas”, previene.

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