EFE –  Las diferentes coladas de lava que avanzan ladera abajo desde el volcán Cumbre Vieja, en la isla canaria de La Palma, entraron este lunes en una fase de “estabilidad y lentitud”, pese a que la salida de material está más activa y apenas a 160 metros del mar.

Las estimaciones de los investigadores en la zona señalan que por el caudal y por la velocidad de esta colada, de apenas dos metros por hora, no es previsible una llegada inminente al mar.

En el caso de que se precipite al océano y se comience a formar un nuevo delta de lava, como la que surgió en los primeros días de la erupción, la posibilidad de explosiones y de emisión de gases contaminantes obligaría a confinar en sus casas a los vecinos de las zonas más próximas.

El director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias -el organismo que coordina y supervisa las actuaciones relacionadas con la erupción-, Miguel Ángel Morcuende, explicó hoy que se ha apreciado en las últimas horas “una clara pérdida de aportación” de lava a las coladas, que en vez de avanzar están aumentando en espesor.

Mientras tanto, la isla española trata en lo posible de recuperar la normalidad. Este lunes más de 4 mil 500 alumnos y casi 600 profesores del Valle de Aridane, el municipio más afectado, han vuelto a las aulas, que hubieron de abandonar hace ya casi un mes.

Más que el ruido del volcán, lo más molesto han sido las cenizas. Desde el primer día, los colegios han tenido que aplicar el protocolo de mala calidad del aire: todos los niños han permanecido confinados en las clases, con las ventanas selladas, y no han podido ir al recreo ni hacer educación física.

El otro punto de interés del lunes estuvo en el aeropuerto de La Palma, donde la aerolínea Binter retomaron por algunas horas su operatividad, hasta que se vieron obligados a cancelar los últimos cuatro vuelos programados, por la presencia de ceniza en la pista.

Mientras, el volcán sigue sin dar síntomas de debilidad pese a una reducción de las emisiones de dióxido de azufre, por debajo del umbral de las cinco mil toneladas diarias según las mediciones realizadas ayer.

La sismicidad asociada al mismo continúa activa, con 61 terremotos registrados en un periodo de doce horas desde la pasada medianoche, cuando se registró uno de magnitud 4,6 en la localidad de Mazo a 36 kilómetros de profundidad.

A pocas horas de cumplirse el primer mes de la erupción, el último recuento señala que en total hay 763.32 hectáreas afectadas, 20 más que ayer, de las que 228.9 corresponden a áreas de cultivos. Además, hay mil 956 edificaciones destruidas y 61 en riesgo.

El gobierno de España adopta medidas para ayudar a los sectores más afectados y anunció que impulsará la inversión en turismo y congresos.

Además, va a proponer que la próxima reunión de ministros del área digital de la OCDE se celebre en Canarias en 2022.

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